miércoles, 22 de diciembre de 2010

Esta Navidad…

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…Deseo que paséis unas fiestas cálidas y entrañables en compañía de todas las personas que amáis y que os aman.

Que el año que va a comenzar sea especialmente generoso con vosotros y os regale una vida serena y plena, una vida llena de alegrías y momentos enriquecedores. Que, como decía Gandhi, os de fortuna y éxito sin quitaros la razón, la humildad y la dignidad.

Lo deseo esta Navidad…

…Y todos los días de mi vida.

 

Gracias a todos por un año más de hermosa amistad y compañía.

 

Foto: Postal navideña de Juan Ferrándiz.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Elegancia.

El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra elegancia como forma bella de expresar los sentimientos. También nos dice que es la cualidad de elegante.

Buscamos elegante y el DRAE nos ofrece varias definiciones:

1. adj. Dotado de gracia, nobleza y sencillez.

2. adj. Airoso, bien proporcionado. Animal, estilo, movimiento elegante.

3. adj. Dicho de una persona: Que tiene buen gusto y distinción para vestir.

4. adj. Dicho de una cosa o de un lugar: Que revela distinción, refinamiento y buen gusto

Viene esto a cuento porque hace tiempo que tenía pensado poneros un vídeo que encontré en youtube de una mujer elegante donde las haya. Su porte, sus movimientos, ese estilo para llevar el traje de su tierra, esos matices en la voz.

Con permiso del DRAE añado otra definición a la palabra elegante:

5. adj. Dicho de una artista: Doña Lucha Villa.

 

Unica y grande.

martes, 14 de diciembre de 2010

Decoración navideña.

Antes que nada pido disculpas por el retraso pero esta semana voy un poco loca.

Aunque el año anterior habíamos guardado los adornos con sumo cuidado en la más que vieja caja de madera que en su día contenía botellas de vino, alguna fuerza misteriosa había vuelto a enmarañar de nuevo las bolas, estrellas, espumillón, figuritas varias y luces. Por lo tanto antes que nada había que armarse de paciencia para ir separando cada cosa con mucho cuidado para no romper nada. Sobre todo las bolas de mil colores que eran de “mírame y no me toques”. En la operación desenredo el suelo se iba llenando de trocitos de papel brillante y purpurina de mil colores que, como no parábamos quietos dos segundos, íbamos esparciendo poco a poco por toda la casa.

Cuando, por fin, conseguíamos ganar la batalla al enredo navideño mi madre nos iba dando cosas y nosotros las repartíamos por todos los sitios posibles. El sentido de la decoración no importaba en absoluto, de lo que se trataba era de colocar como fuese desde el primer adorno hasta el último. Había espumillón rodeando los marcos del espejo de la entrada y los de los cuadros del salón, bolas colgando de las lámparas, el frutero de cerámica de la cocina dejaba de serlo para convertirse en un “¿precioso?” centro de Navidad lleno de más espumillón y más bolas, y con unas plantillas de cartulina y un bote de spray que contenía nieve de mentiras hacíamos dibujos de estrellas en las ventanas.

Había adornos por los sitios más insospechados. ¡Madre mía! Aún recuerdo aquella horrorosa figura de Lladró (una china paliducha, regalo de algún enemigo despiadado de la familia) que había en el mueble de la entrada. Además del gorro de lana que mi padre llevaba a trabajar y que siempre acababa encima de su cabeza, nosotros le poníamos una bufanda de espumillón verde tan larga que teníamos que darle dos vueltas para que no colgase por encima del mueble. Menos mal que en mi pueblo no hay embajada de China porque hubiésemos tenido un serio conflicto internacional.

En casa nunca se puso el árbol de Navidad porque mis padres tenían claro que eso “no era nuestro”, “lo nuestro” era el Nacimiento. A pesar de todo el ficus del salón no libraba. Mi madre que estaba orgullosa de su precioso ficus nos dejaba cubrirle de adornos y luces (el pobre tenía la mala suerte de estar situado cerca de un enchufe) hasta que quedaba absolutamente irreconocible. Por lo tanto en casa se ponía el Ficus de Navidad.

Cuando ya no quedaba nada más que colgar, ayudábamos a mi madre a recoger las cajas vacías y las guardábamos todas debajo del Nacimiento y, para que no se viesen e hiciese feo se rodeaba con una sábana que sujetábamos con chinchetas al borde del tablero y que, a su vez, se tapaban con las últimas tiras de espumillón reservadas para ello.

¡Ah! y he olvidado decir que toda esta tarea amenizada con unos alegres villancicos que sonaban a todo trapo en el radiocasette y a los que hacíamos los coros como auténticos profesionales.

Y una vez terminadas las felices tareas de poner el Nacimiento y adornar la casa, todo estaba listo para pasar unos entrañables días de familia y amigos.

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sábado, 11 de diciembre de 2010

3ª parte: El Nacimiento.

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Poner en Nacimiento era todo un ritual.

Lo primero que había que hacer era ir de un momento a la playa a buscar arena para los caminos. En cuanto mi padre decía eso ya estábamos los tres en la puerta caldero en mano. Cuando llegábamos a la playa nos tirábamos casi en marcha del coche y corríamos hacia la orilla oyendo a nuestras espaldas la voz de mi padre que advertía que no nos acercásemos al agua. Evidentemente la arena de la orilla era la mejor porque estaba mojada y así los caminos del Nacimiento se “asfaltaban” mejor. Escarbábamos en la arena con auténtica concentración y cuando el caldero estaba lleno nos lavábamos las manos en alguna de las pozadas que la marea deja junto a las rocas. Y así con las manos moradas por el frío, no tengo que explicaros el frío que hace en mi tierra en diciembre, llegábamos a casa corríamos a ponerlas encima del radiador para calentarlas.

El siguiente paso era rescatar el tablero cuya única utilidad era sostener durante unos días al año el Nacimiento. Como dicho tablero llevaba desde el año anterior abandonado en un rincón del garaje estaba siempre adornado por unas preciosas telas de araña tejidas con paciencia por unos bichos inmundos que tenían el tamaño de un centollo, por eso, ir a buscar el tablero y los caballetes era lo que menos me gustaba y siempre procuré mantenerme a una distancia prudencial como de cinco metros.

Después de dar un buen lavado, a base de manguera, a lo que iba a ser el sostén de nuestro Nacimiento, íbamos a la pila de leña que había en la parte trasera de la panadería para buscar un tronco bonito que sirviese de montaña. No servía uno cualquiera. El tronco, obligatoriamente, debía tener huecos donde poder poner un poco de tierra para sembrar unas lentejas que, en pocos días, serían unos árboles perfectos para nuestra montaña. Al llegar a casa con nuestro magnífico tronco que, curiosamente, siempre nos parecía mejor que el del año pasado, mi madre ya nos esperaba sonriente con un paquete de lentejas en la mano.

Mientras mi padre colocaba los caballetes y el tablero junto a la pared, nosotros tres ayudábamos a mi madre a traer las cajas que contenían las figuras y los adornos navideños. ¡Cómo nos costaba dominar las manos para no empezar a desembalar todo!

Y comenzaban las obras. Lo primero era decidir en qué lado colocaríamos el Portal. Una vez decidido, poníamos el Portal en el lugar seleccionado y nos quedábamos un rato embobados contemplándolo. Nuestro Portal de Belén era precioso. Le había hecho mi padre con corteza de árbol y maderas y hasta tenía un ramillete de guindillas colgado en uno de los laterales simulando ser una ristra de pimientos choriceros. Mi madre nos sacaba del atontamiento y empezábamos a tapizar el resto del tablero con el musgo. Después, colocábamos la “gran montaña” y comenzábamos a separar los tapines de musgo para marcar lo que más tarde se convertirían en caminos de arena. Unos trozos de espejo rotos (hay que ver la de años que ha durado después de roto) formaban el río que siempre nacía en la falda de la montaña y desembocaba en la pared.

Y por fin, nos dejaban empezar a desembalar las figuritas. A medida que las íbamos sacando de los papeles de periódico donde las envolvíamos antes de guardarlas montábamos un alboroto tremendo. Como si fuese la primera vez que las viésemos: las lavanderas, los pastores, las casitas de barro, el palacio de Herodes, las ovejas, los patos, las vacas, todas y cada una de las figuras eran un nuevo descubrimiento.

Y… a colocar cada una donde la tocaba: los Reyes Magos un poco antes del castillo de Herodes (estaban de camino), las lavanderas al río, algunos pastores cuidando del ganado, otros caminando por los caminos dirigiéndose al Portal con ofrendas al niño, Herodes presidiendo su castillo y dos guardias reales vigilando la puerta, un ángel anunciador en lo alto de un árbol (una rama cogida al azar en la huerta) bajo el que se cobijaban unos pastores al calor de la hoguera hecha con un trozo de espumillón rojo, los patos también al rio, las gallinas en el corral de una casa … y así hasta que ya no quedaba nada dentro de las cajas.

Cuando ya pensábamos que habíamos terminado… mi madre nos sorprendía con una nueva figura, o una casa que había comprado días antes en la librería “La religiosa” de Santander. ¡Qué ilusión nos hacía! Y ¡Qué bonito quedaba nuestro Nacimiento con la nueva aportación!

Después de admirar y alabar todo lo admirable y alabable de nuestra obra de arte los cinco nos dirigíamos a la cocina y mi madre sacaba una bandeja con turrones, mazapanes, y polvorones que disfrutábamos mientras echábamos una divertida partida de parchís en familia.

De los adornos hablaremos mañana ¿De acuerdo?.

Foto: Detalle del Belén Napolitano de la Fundación March.

jueves, 9 de diciembre de 2010

2ª Parte: P'al monte vamos.

Los Tojos - Rio Saja

Y por fin nos íbamos.

Mi padre encabezaba la expedición y nosotros le seguíamos como corderos. De camino los consejos: “mirad donde pisáis, si hay una alambrada primero paso yo y luego vosotros de uno en uno y con cuidado, ojo con las piedras que están húmedas y resbalan…” Y nosotros, si a todo aunque a la hora de la verdad era como si mi padre hubiese hablado al viento.

Antes de comenzar la aventura había que atravesar algún que otro “prao” vallado con estacas y alambre de espino para que no se saliese el ganado. Mi padre era el primero en pasar. Buscaba un lugar del vallado junto a una piedra, apoyaba una mano en su vara de espino y con la otra sujetaba con cuidado el alambre y cruzaba al otro lado. Una vez pasada la frontera, pisaba la alambrada para bajarla hasta nuestra altura y que pudiésemos pasar. Cruzábamos los “praos” con cuidado de no molestar a las vacas que, a pesar de ser el animal más tonto y torpe que conozco, hay que ver lo feo que miran. Recuerdo una vez que estaba tan pendiente de cómo me miraban las vacas que no me di cuenta y pisé en un sitio que estaba demasiado encharcado y dejé la katiuska atrás (me quedaban grandes, ya he dicho que los calcetines nunca acababan de llenarlas) y metí el pié en una boñiga. Lo peor, el cachondeo posterior.

Ya en la falda del monte, nuestra impaciencia nos obligaba a coger el primer musgo que veíamos y mi padre siempre nos decía: “esperad un poco que ese es feo. Vamos un poco más arriba que el otro día cazando vi una zona donde hay unos tapines grandes y muy bonitos.” De camino, como buen cazador y amante de la naturaleza, mi padre nos iba descubriendo cosas:

- Mirad ahí arriba.

- …

- ¿No lo veis?

- …??

- A ver, mirad bien ¿qué es?

- Un árbol.

- Ya ¿pero no veis nada en el árbol?

- Hojas.

- ¡Ramas!

- ¡Un nido! ¿pero no le veis?

- ¿dónde? ¿dónde?

- Ahí arriba, en la rama de la derecha.

Y acabábamos diciendo que sí para no perder más tiempo, pero la verdad es que… En fin, que yo nunca fui capaz de ver un nido entre tanta rama, hoja, enredadera…

Lo peor era cuando uno de mis hermanos sí que veía el maldito nido y mi padre preguntaba qué pájaro le había hecho. O cuando nos señalaba una plantita y nos preguntaba qué árbol era, o cuando en el camino se cruzaban huellas y pretendía que supiésemos que eran de un jabalí… ¡Pobre papá! Siempre llegaba a la conclusión de que tanto esfuerzo para darnos estudios y al final le habíamos salido tontos. Tres niños de pueblo y no sabían distinguir una vaca de una oveja. Esto para un hombre que cuando fui a la universidad me dijo: “Cuando te pregunten de dónde eres diles que de pueblo, que es el mejor sitio de donde se puede ser”, debía de ser una gran decepción.

Y por fin llegábamos al lugar prometido. Y sí, como casi siempre, mi padre tenía razón. El musgo era más verde, más bonito, los tapines que arrancábamos eran mucho más grandes. Lo que más recuerdo de ese momento era el olor. El olor del musgo es algo que me encanta. Me encantaba y aún sigue encantándome arrancar un tapín y acercármele a la nariz para olerle. ¡Qué rico olor!

Una vez llenas las bolsas, vuelta sobre nuestros pasos a cruzar prados con vacas mal encaradas y saltar vallas de alambre de regreso a casa.

Al llegar a casa, lo primero era extender el musgo en el garaje para que se secase (si no estropeaba las figuras del Nacimiento que eran de barro) y luego, ducha, ponernos ropa seca y a hincarle el diente a un buen bocadillo de chorizo (no os imagináis el hambre que da el monte) y a contarle a mi madre toda la aventura.

Hay que esperar a que el musgo seque así que el nacimiento lo pondremos pasado mañana.

(Vale, lo confieso. Es que mañana tengo una cena y no podré pasarme por estos lares.)

Foto: Río Saja a su paso por Los Tojos. Los colores de otoño en mi tierruca.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El día N.

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Cuando era pequeña, en mi casa quedaba oficialmente inaugurada la Navidad el día en que mi padre, después de comer, nos miraba sonriente y decía: “Mañana, si no llueve, vamos al monte a por musgo para el Nacimiento”. Ese era el pistoletazo de salida a unos días que, no sé cómo, mi madre ha conseguido que se mantengan entrañables y llenos de ilusión aun hoy, que de niños ya no tenemos nada. Al menos en cuanto a edad se refiere.

Y empezaban los preparativos para ir al monte:

Lo primero de todo era limpiar las katiuskas (ahora que lo pienso no sé para qué lo hacíamos si las íbamos a traer llenas de barro). Con la escusa de que con las katiuskas hay que poner un calcetín gordo, mi madre siempre nos las compraba dos números más grandes y luego pasaba lo que pasaba. Los calcetines nunca eran lo suficientemente gordos y andábamos como patos porque nos quedaban grandes. Yo llegué a ponerme hasta dos pares de calcetines, uno encima de otro, para rellenarlas pero no había manera.

Lo siguiente era preparar la ropa. La camiseta de algodón de manga larga, una camisa de aquellas de cuadros (de leñador las llamábamos), un jersey de lana grueso, pantalón viejo de pana, por supuesto los calcetines para rellenar las katiuskas y el chubasquero.

Entre las risas y el alboroto por los preparativos, todos mirábamos al cielo. Ninguno lo decía pero todos pensábamos lo mismo: que no llueva, por favor que no llueva.

Por la mañana los tres nos levantábamos llenos de nervios y ansiosos por que mi padre llegase de trabajar. Preguntábamos tantas veces por minuto “¿qué hora es?” que mi madre acababa por aburrirse y nos amenazaba con no poder ir a por musgo. Y así, con esa sutileza, mi madre nos convertía en los tres niños más buenos del mundo. Al menos durante esa mañana.

Al mediodía la bocina de la furgoneta anunciaba que papá ya estaba en la panadería descargando los últimos restos del día. El cloc, cloc, cloc, de las albarcas subiendo por las escaleras era el sonido del final de otro día de trabajo. Se quitaba las albarcas y las dejaba en un rincón junto a la puerta, entraba e iba en busca de mi madre para darla un beso. Después de levantar todas las tapas de las cazuelas para “afanar”, a pesar de las quejas de mi madre, un bocado de cada una de ellas nos preguntaba: “¿Tenéis todo preparado?, pues venga a comer y nos vamos al monte”.

Y comíamos deprisa, masticando lo justo, con ansia, sin protestar, rapidito, sin perder tiempo. Pedíamos permiso para levantarnos, nos cambiábamos de ropa y ya listos con katiuskas en pie y bolsas en mano, mirábamos ansiosos como mi padres daban el último sorbo al café y se miraban cómplices aguantándose la risa al ver nuestras caras impacientes.

Y, por fin, nos íbamos.

Continuará…

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Poesía para niños.

Algo me dice que mi "peca" favorita tiene claro que de mayor quiere ser poeta. Herencia paterna, supongo.

El poema de Lucía me hizo pensar que si ya es difícil intentar que un niño se interese por la lectura no te digo nada de lo que será que lo haga por un género como la poesía. Y me pregunté: ¿Habrá alguna editorial que tenga poesía infantil lo suficientemente llamativa como para que a un niño le entre el "gusanillo"?

Así que el sábado, aprovechando que tenía que comprar un regalito para un peque que el domingo cumpliría cuatro añazos,  entré en una tienda de juegos didácticos y me di un paseo por la sección librería a ver si encontraba algún libro de poesía.

No os imagináis las maravillas que publican las editoriales infantiles: cuentos, libros interactivos, libros-puzzle, libros de manualidades sencillas y divertidas, libros para aprender los números, o las letras, o cómo interpretar el calendario, o palabras en otros idiomas… Tuve en las manos un libro de papiroflexia, con un juego de papeles maravillosos de diversas texturas, colores y tamaños, que libró por muy poco.Ya lo he apuntado en mi libreta de "próximas compras".

Y así revolviendo y disfrutando en ese paraíso infantil… ¡Poesía! Si señores, hay poesía para niños. Y bellísima. Tan bella que no me pude resistir.

Estas fueron mis compras:

elcuentodesofia

"Os presento a Sofía,

una niña muy pecosa,

que era valiente de día…

… y por las noches miedosa."

Así comienza la historia de esta niña que tiene miedo a la oscuridad. ¿Conseguirá vencer ese miedo?

El texto, de Leo Gómez, es por completo en verso. Las ilustraciones, de Susana Rodríguez, son sencillas, tiernas, simpáticas. Preciosas.

minipoesia

Esta cajita de papel reciclado contiene en su interior siete poemas fantásticos. Algunos ya conocidos por todos como "La canción del pirata" de Espronceda o una bonita mini adaptación de "Cyrano de Bergerac". También hay un poema de Rubén Darío y unos versos cortitos para aprender el abecedario con los nombres de los animales. ilustraciones que acompañan a cada poema son fabulosas.

Los libros están editados por Itsimagical, la editorial de las jugueterías Imaginarium. Tanto en "El cuento de Sofía" como en la cajita de mini poemas, cada verso ocupa una página y va acompañado por su ilustración y, al final , se junta todo el poema por si alguien se atreve a aprenderlo de memoria para luego recitárselo a la familia o a los amigos.

Libros didácticos y divertidos así que, padres que pasáis por esta casa, os recomiendo que cuando escribáis la carta a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente (el gordo del albornoz es un cutre y no tiene de esto) pidáis una poesía para vuestros hijos.

Felices sueños a todos.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Disculpen si discrepo.

Siempre que escucho la frase “nada en esta vida es seguro” pienso en mis padres. Ese hombre y esa mujer, a las que debo el poder decir alto y claro que soy una mujer feliz, llevan cuarenta y dos años demostrándome que si hay algo seguro en esta vida: el amor que sienten por sus hijos, el amor que sienten por mí.

Como la mayoría de los padres, cuando tuvieron su primer hijo (en este caso hija, soy la mayor de tres hermanos) construyeron en sus vidas un arsenal inagotable de generosidad, lucha y amor que cada día me fascina y me enorgullece más.

Esta semana he visto en unos padres uno de esos gestos de amor que sólo los padres saben tener.

Son jóvenes, se han quedado sin trabajo, los pocos ahorros que hay se están marchando en pagar el alquiler y la comida. Han sacado unos euros de los pocos ahorros que quedan para comprar un bote de pintura. Tienen que limpiar y pintar la bicicleta de su único hijo. Lo están haciendo a escondidas, con cariño y llenos de ilusión. Tiene que ser la bicicleta más bonita del mundo. Es para su pequeño. Es su cumpleaños. Cumple cuatro añitos.

Esta semana he visto a un pequeñín agarrándose sus ricitos con las dos manos, sin poder aguantar las lágrimas y diciendo “mamá, mamá, mamá” sin poder apartar la vista de su “nueva” bicicleta. Es tanta la emoción y la alegría que no ve que las ruedas aún conserva pequeños restos, imposibles de eliminar, de los últimos metros disfrutados en el parque unos días antes.

Y he visto sus padres abrazándole con ternura, llenándole de besos y deseándole un feliz cumpleaños.

A ver quién el guapo que se atreve a decirle a ese niño dentro de unos años que “en esta vida no hay nada seguro”. ¡Ja!.

 

Canción: Versos chiquititos.

Intérpretes: Luna Monti y Juan Quintero.

jueves, 25 de noviembre de 2010

A quien corresponda.

 

DESPUES SI QUERES HABLA.

Cuando abras la boca y a ella la nombres

Mi valor de hombre no permitirá,

Que manches su blanca virtud por amante

La vida es el arte, de dar y de amar.

Esa piba buena, ingenua y pequeña

Que en tus brazos sueña, no merece ser,

El cuento de un chanta que miente y desdeña

La gloria más pura que da una mujer.

Fanfarrón...

En la mesa que te encuentro,

Siempre querés ser el centro

Con tu historia pasional.

¡Basta ya!...

Si una mujer te dio vida,

Porqué pagás con heridas

A quien todo te lo da.

Ya lo sé...

No soy quién para un consejo,

Pero esta vez, basta viejo

Pará la mano, pará.

Y algo más...

Pa´ no andar con tanta historia,

Pensá... tu madre fue novia

¡Después si querés, hablá!

Cuando con tres copas, te sentís tan hombre

Qué papel más pobre, muchacho, brindás,

Hoy no te das cuenta, pero a la larga

La vida se encarga, las deudas cobrar.

Entonces, qué sola estará tu mesa

Una honda tristeza, te hará recordar,

A la piba aquella que se fue una noche

Y como un fantoche, tal vez llorarás.

Letra y música :

Jesús José Santini , Luis Ángel Iglesias (Jorge Falcón)

y Jorge Sabliov


lunes, 22 de noviembre de 2010

Historias del jurásico.

Mi primer tocadiscos me le regaló el hermano de mi madre, que era navegante. En uno de sus viajes me le compró como regalo de cumpleaños. ¡Anda que no ha llovido! Por aquellos tiempos una servidora lucía hermosas trenzas, leotardos de cuello alto y aquellos malditos zapatos Gorila que eran incombustibles y por eso gustaban tanto a las madres. Y feos, muy feos. Horribles.

A lo que iba, el tocadiscos.

Era uno de aquellos tocadiscos que se cerraban y parecían una maleta. Cuando le abrías, el altavoz (uno solo, lo del estéreo es de mucho más p'acá) estaba integrado en la tapa y en lo que sería la base estaba el plato con su brazo. Había que cambiarle las agujas cada dos porque se gastaban. A veces el disco se rayaba y la aguja daba un pequeño salto que estropeaba la canción, el problema se solucionaba poniendo encima del brazo una peseta (o cinco todo dependía del salto).  Pero qué bien sonaba.

Con el tocadiscos venían tres discos: uno de Jorge Negrete, otro de Vicente Fernández y otro de la Tuna Compostelana (¡con un par!). Supongo que de ahí me viene la afición a las rancheras y corridos mexicanos. Creo que ya comenté que me encantan y que tengo una buena colección de esta música.

Hoy, para celebrar Santa Cecilia patrona de la música, os dejo la primera canción que aprendí de memoria y que formaba parte del disco del gran Jorge Negrete. Espero que la disfrutéis.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Gritemos juntos.

 

EL CORAZON DE LA TIERRA.

El corazón de la Tierra2090321265_f09cfbda73_o
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.

Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.

 

 

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LOS NIÑOS DE SOMALIA

Yo como
Tú comes
El come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!

 

 

 

 

Poemas de Gloria Fuertes.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Yo me uno.

Desde la hermosa Buenos Aires, Cantares nos invita a que nos unamos en un grito común contra el abuso infantil, sea de la clase que sea.

Tuve una infancia muy feliz, fui una niña amada y respetada y deseo la misma infancia para cualquier niño del mundo. Y no habrá persona física o jurídica que consiga callar mi grito hasta que este deseo se haga realidad.

Cuenta conmigo Cantares.

 

 

Tema: "Canción para un niño en la calle".

Letra y música: Armando Tejada Gómez y Angel Ritro.

Intérpretes: Mercedes Sosa y Calle 13.

martes, 9 de noviembre de 2010

Tocayas.

Gracias a esto del "internés" y al jefe Senovilla he podido conocer a gente muy interesante que, con el tiempo, se han convertido en amigos. Una de esas personas es nuestra Anderea. Lo que más me gusta de ella es que es sincera y no se anda con rodeos. Tras algunos meses de compartir comentarios en nuestros blogs y ampliar conversaciones en un bonito trasiego de e-mails, me entero de que, además  de ser las dos norteñas, somos tocayas. ¿Veis? Otra de esas "cosucas de la vida" que tanto me gustan. Me pareció bonita la coincidencia.

Nuestro nombre es de origen árabe, tiene una bonita historia y significa "Dentro de la Almudaina", "Dentro de la muralla".  ¿Lo sabías Anderea?

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Otra curiosidad: Sé que te gusta esa preciosa canción que interpretaba Cecilia "Un ramito de violetas". Pues fíjate, el ramito le regalaban cada 9 de noviembre. Creo que es por eso que tengo especial cariño a esa canción.

Pues eso tocaya, espero que hayas tenido un día precioso.

jueves, 4 de noviembre de 2010

In memoriam Santander 1893

- Tenía razón madre: esto no se acaba. Vam…..

Lo que cortó la palabra en la boca de Pachín, y la respiración en sus pulmones, y hasta el circular de la sangre en sus arterias, no tiene nombre en ninguna lengua conocida. En la pobre fantasía de los hombres no hay término de comparación para el sonar de aquellos estallidos, casi simultáneos; para aquel cráter horrible que se abrió con ellos; para aquella inmensa columna de fuego que se elevó al espacio y en cuya cima humeante flotaban, entre denegridas espirales, cuerpos humanos; para aquella infernal metralla de candentes y retorcidos hierros que vomitaron los senos del vapor entre infectas oleadas de cieno del fondo de la mar, sobre las apiñadas, desprevenidas e indefensas multitudes; para el color extraño de aquella luz que se enseñoreó del aire, empañando la del sol que corría a precipitarse en el ocaso como si huyera de alumbrar tantos desastres acumulados en tan reducido lugar y en tan breve tiempo.

De nada de ello se dio Pachín cuenta cabal. Se sintió de pronto como invadido de una pesadilla, y soñó que salía volando de la pila de maderos, y que, volando a flor de tierra, con velocidad y fuerzas prodigiosas, iba arrollando con su propio cuerpo, pero sin tocar en ellas, masas de gentes que se inclinaban y caían a su paso, como al del vendaval enfurecido los verdes maizales en las mieses de su aldea.

(Pachín González – Jose María Pereda)

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El 3 de noviembre de 1893, la ciudad de Santander vivió lo que hasta el día de hoy se considera la mayor catástrofe civil del S. XIX en España: La explosión del vapor Cabo Machichaco atracado en la dársena de la ciudad.

En 1893, tras el suicidio de su hijo, el escritor cántabro Jose María Pereda ya no quiso escribir más. Tan sólo volvió a hacerlo para escribir su novela más corta, “Pachín González”, basada en el terrible día de la explosión del cabo Machichaco.

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domingo, 31 de octubre de 2010

Madre del ánima – José Mª Merino

 

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"- Lo hemos oído, si- confirmaba la mujer-. En tiempos de la mamá de mi abuelita, también hubo un ánima en este mismo pueblo. Andaba por las eras. Gemía y dejaba un rastro de agua. La calmaron con novenas."

(Fragmento)

 

Me solidarizo con Chema Barragán y su entrada en "Rayajos en el aire".

Parece ser que ser "moderno", la "sociedad de consumo" y otras cuantas tonterías más,son excusa para todo.  Como sigamos así, cualquier día vamos a celebrar la extrema unción.  Mis muertos se merecen todo el respeto y el cariño que me dieron y que aún permanece dentro de mí.

He dicho.

martes, 26 de octubre de 2010

La semana en citas y refranes.

La recompensa del trabajo bien hecho es

la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho.

Jonas Edward Salk

A finales de este mes se terminaba mi contrato de trabajo. Mi jefe me ha explicado que la costumbre de la empresa es renovar el contrato por otros seis meses pero, puesto que están contentos con mi trabajo, han decidido hacerme fija. El lunes firmé el contrato indefinido. Estoy más que feliz. No sólo por el peso que me he quitado de encima que, en los tiempos que corren, es mucho sino también porque en una pequeña charla posterior a la firma mi jefe me ha dado las gracias por mi trabajo y, además, me ha explicado que es consciente de que es mucho el trabajo que realizo y, por eso, está buscando a otra persona para que me ayude. Estoy feliz con mi trabajo y del equipo con el que tengo la suerte de realizarlo, y orgullosa de la empresa que hace seis meses me dio la oportunidad de demostrar lo que valía y de la que hoy formo parte.

Con cantores y vihuela se conquista a la mozuela.

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El viernes la Casa Regional de Corrientes en Baleares me invitó a participar con ellos en el III Encuentro de la Convivencia y la Ciudadanía.

Un año más, todas las Casas de emigrantes en Mallorca junto con diversas ONGs se reunieron en el Parc de la Mar, junto a la Catedral, para compartir música, bailes, gastronomía, historia y realidad de sus países con todas las personas que quisieron acercarse.

La Casa de Corrientes y el Casal Argentino que compartían stand, participaron con música de chamamés, mate cocido, diversos dulces y una exquisitez de la que no había oído hablar nunca: chorizos criollos a la pomarola.

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Ya lo dice el refrán: Donde hay chorizos colgando, no faltan gatos husmeando. Cual minino callejero, rondé esa cazuela hasta que ya no pude resistirme más al pecado de esos chorizos. Dos bocatas con sus respectivos vasos de vino.

Y, como todo el mundo sabe, De la panza sale la danza así que… ¡Me animé a bailar un chamamé! ¡Quién dijo miedo y vergüenza! Hay vídeo del momento pero la persona encargada del tema audiovisual le sacó en vertical y ahora no sabemos ponerle derecho. Jajaja, os lo enseñaría pero no quiero que os entre tortícolis.

Maravilloso día el del sábado entre amigos, en familia.

Sabio es, de nuevo, el refranero al decir que Lo que bien empieza, bien acaba. Prueba de ello ha sido esta semana.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Noche de metales – Gabriela Mistral

 

Dormiremos esta noche
sueño de celestes dejos
sobre la tierra que fue
mía, del indio y del ciervo,
recordando y olvidando
a turnos de habla y silencio.

Pero todos los metales,
sonámbulos o hechiceros,
van alzándose y viniendo
a raudales de misterio
-hierro, cobre, plata, radium-
dueños de nosotros, dueños.

(Fragmento)

 

Tema: "Alturas"

Intérprete: Inti Illimani

Dedicado a los 33 mineros de la mina de San José (Chile) y a sus familias. Un cariñoso abrazo desde España.

viernes, 8 de octubre de 2010

OTRO AÑO QUE ME LIAN ESTE PAR…

Supongo que cuando el jefe Senovilla y el liante de Angel Cabrera me retaron con aquello de “¿Qué es para ti la Convivencia?” lo que realmente querían decir es “qué creo yo que es necesario para que la convivencia sea buena”. Porque si es lo primero la respuesta es fácil, sólo hay que desenfundar el diccionario:

Convivencia: Acción de convivir.

Convivir: Vivir en compañía de otros u otros.

¡Ea! Si me ciño a la pregunta, he acabado rápido los deberes. Pero me temo que, los arriba mencionados, aprovechándose de mi ingenuidad y buena fe (ejém) me han embaucado y no se van a conformar sólo con esto. La verdad es que creo que el tema da para mucho, pero no tengo tanto espacio para escribir todo lo que pienso ni creo que vosotros tengáis tanta paciencia para leerlo. Así que vamos a ver si puedo ser breve y, a la vez, explicarme correctamente. De todas las formas si surgen dudas o quedan vacíos siempre podemos liar una buena tertulia en los comentarios. Allá voy:

Para mí, la buena convivencia se debe apoyar en tres puntos: Respeto, Educación (entendiendo esta no sólo como cortesía y urbanidad sino también como conocimientos) y, por último, Generosidad.

Todos los días prensa escrita, televisión, radio, famosillos de última categoría, políticos manipuladores y otros muchos carroñeros, nos recuerdan que en la vida podemos ser y tener lo que queramos. Y lo peor de todo es que parece ser que para ello no importa a quien nos llevamos por delante en nuestro intento. Todo vale con tal de que consigamos ser y tener todo lo que deseemos.

Y pasa lo que pasa. Porque, como decía mi abuela, en esta vida no se puede tener todo. Aun a costa de perder los escrúpulos y la decencia no siempre conseguimos lo que queremos. Por eso, cuando la realidad nos abofetea llegan las depresiones y la búsqueda de culpables y ello lleva a los odios, los rencores, el desprecio por todo lo que no es cómo nosotros queremos o pensamos que tiene que ser. Así es como nacen los autoritarismos, las dictaduras, las anarquías y el caos. La deshumanización.

Pero ¿Qué pasaría si empezamos a respetar las elecciones ajenas de vida como si fuesen las nuestras propias? ¿Qué pasaría si nos molestásemos en escuchar a nuestros vecinos para aprender y enriquecer nuestras vidas con lo que tienen que enseñarnos y compartiésemos con ellos lo que tenemos nosotros? Y si aprendiésemos a ceder de vez en cuando en lugar de imponer siempre nuestra santa voluntad ¿qué creéis que pasaría?

Un mosaico está formado por piezas multicolores que son, por si solas, pequeñas, insignificantes y a veces hasta feas pero cuando se unen unas a otras el resultado es una obra de arte de una belleza espectacular.

Respetar, aprender y ser generoso con otras culturas, otros puntos de vista, otras elecciones diferentes a las nuestras propias puede ser, si somos inteligentes y escuchamos y observamos atentamente, una enorme fuente de riqueza para nuestras vidas y nuestras almas. Puede ser el alimento vital para nuestra paz y nuestra felicidad.

No es fácil, estaréis pensando. Pues no, nadie ha dicho que lo sea. Pero, me y os pregunto, ¿es imposible?

Yo creo que no.

Isfahan

 

Foto: Cúpula de la mezquita del Imán en Isfahan (Irán).

miércoles, 6 de octubre de 2010

Tiempo de cuentos.

Llevo un par de meses locos de trabajo. Hay semanas en que he llegado a pensar que el día me ha “guindao” horas. Ahí andamos mis libros y yo en una lucha firme contra el reloj por ver quién quita más horas a quién. Una lucha desigual, el reloj juega con la ventaja de no arrastrar por las mañanas tanto sueño como yo.

Así que como no tengo mucho tiempo para lecturas, llamémoslas, profundas…. Pues me estoy dedicando a uno de los géneros literarios que más me gustan: Los cuentos. Me gustaban de niña, me gustaban de joven y me gustan ahora que, como dice mi amiga Nati, soy una niña de más de 20 años.

Siempre estoy abierta a sugerencias en temas de cuentos, me encanta cuando alguien me nombra un escritor nuevo aunque confieso que tengo especial querencia por los autores latinoamericanos. Siempre me ha gustado el realismo mágico del que hacen uso y comparto la opinión de aquellos que dicen que son auténticos maestros en el arte del cuento y el microrrelato.

Esta semana he tenido entre mis manos unos cuentos maravillosos. Unos forman parte de un libro que me recomendó mi librero, los otros los compré porque sabía de antemano que eran un valor seguro.

Ahí van por si alguien se anima:

AROMA DE ALCANFOR – Naiyer Massud

9788493724764

“Un perfumista es adicto al aroma de alcanfor porque puede evocar sus melancólicos recuerdos de niñez asociados a su amor por una niña enferma que ha marcado su vida. Tras escapar de una relación con su tía, un joven se hace inspector urbanístico y descubre su extraño don para percibir en las casas aquellas zonas oscuras cargadas de miedo y deseo. Un niño es llevado por su padre a vivir con un cómico ambulante en un pueblo junto a un lago, regido por la viuda de un bandido, madre de una hija fascinante que siempre ha vivido en una barca sin tocar tierra firme y cree poder andar sobre el agua. Un hombre lo arriesga todo al robar un pájaro cantor del jardín de un sultán de Las mil y una noches.”

Siete cuentos sencillos de sensibilidad y análisis que guardan un equilibrio perfecto entre lo real y lo fantástico que van atrapando.

Lo que más me ha gustado es que a medida que avanzaba en cada cuento mi lectura se iba haciendo más serena. No sé ha sido una sensación extraña pero bonita. Parece como si cada línea te lleva a saborear despacio la siguiente. Una lectura tranquilizante.

Naiyer Massud me ha dejado buen sabor de boca y ganas de repetir.

GEOGRAFIAS – Mario Benedetti.

Geografias

Un libro compuesto por catorce poemas y catorce cuentos que Benedetti escribió durante su exilio en España. Cada poema es una especie de introducción o de pista del cuento que le sigue. Del conjunto de cuentos hay dos que me han impactado de manera especial: “Geografías” (que da título al libro) y “De puro despistado”. La destreza que tiene Benedetti para describir con ternura y un excelente sentido del humor situaciones y personajes que carecen por completo precisamente de eso, de ternura y sentido del humor, siempre me ha fascinado.

Como de costumbre leer a Mario Benedetti ha sido…

UNA AUTENTICA DE-LI-CIA.

 

Ayer, en homenaje a una persona muy querida que me lo recomendaba a menudo, comencé a leer “Historias del otro lugar” de Jose María Merino. Un libro que recopila todos los cuentos escritos por el autor entre 1982 y 2004.

Cuando lo acabe ya os contaré. Sed pacientes que, más que gordo, se podría decir que el libro tiene obesidad.

Cambio de planes.

Andaba yo tirada en el sofá (en una postura de esa que los médicos recomiendan para la espalda, ejem, ejem) escribiendo una nueva entradita y, sin querer, le he dado un golpe del ratón que, muy vengativo él, me ha sacado del Word y me ha plantado en el escritorio del blog. Y… ¡anda, mira, si tengo un comentario nuevo!

Abro el comentario para leerlo y… Pues eso, cambio de planes. Mañana publicaré lo que hoy es obligado dejar a medias.

Desde Montevideo, la tierra de mi siempre querido e imprescindible Benedetti, me envían un regalo. Un regalo hermoso y único. ¡Dios! Cómo me ha emocionado. Agradezco a su autor esta belleza de la que no soy merecedora y juro guardar y cuidar este poema como si fuese el único creado.

Con su permiso le comparto con todos aquellos que por esta casa pasan porque, déjeme aclararle que, en mi pago lo que hay, sea mucho o sea poco, es para compartir con mi gente.

 

AL SUR

Arrastrando tu mirada y tu cuerpo..

me suplicas aquel amor..que dejamos..

desdén que causa tanto desamor..

el tiempo no borró los momentos..

levántate amor que de pie..

podremos bailar..el tango final..

entre cortes y quebradas

tu piel blanca seducción

se llena de mis besos..

que en el aire..se van contigo..

al verte partir...por la callecita vestida

de malvón y percal..al sur de mi corazón...

(Prudencio Hernández Jr.)

Gracias Prudencio. De corazón.

domingo, 3 de octubre de 2010

Gracias bandoneón.

 

"El Tango es lo único seguro que no consulta con Europa"

(Macedonio Fernández)

"¡Gracias a Dios!" (Yo)

 

Hay momentos en la vida que me reconcilian con el mundo y sus miserias. Son momentos que, como brazos de madre, me arropan llenos de ternura y calidez y me hacen desear que el tiempo se pare para poder quedarme en ellos para siempre. Momentos en los que me siento pequeña, frágil. Momentos que me llenan el alma de paz. Momentos que me enseñan que la belleza, cuando es tanta y tan genuina, hacen emanar del corazón un baile de sentimientos y emociones.

Cuando la vida me regala uno de esos momentos no puedo reprimir las lágrimas. No sé cómo pero se me va formando un nudo asfixiante en la garganta y lágrimas descaradas brotan sin pedir permiso.

Anoche viví uno de esos momentos.

Por primera vez en mi vida, sentada en mi butaca del auditórium del Conservatorio de Palma de Mallorca, ayer disfruté de la dulzura de los acordes de un bandoneón. Tengo en casa mucha música de bandoneón, desde solos de Leopoldo Federico hasta bandoneones de grandes orquestas de tango, pero nunca lo había escuchado en vivo y en directo. ¡Dios qué maravilla, qué belleza!

El Trío Rodolfo Mederos, formado por el maestro bandoneonista y compositor Rodolfo Mederos, Armando de la Vega a la guitarra y Sergio Rivas en el contrabajo, me arropó con un poncho cálido de tangos, milongas y ¡un chamamé!

¡Ay Maestro Mederos! Con lo controladas que tenía yo mis lágrimas y a usted no se le ocurre otra cosa mejor que tocar un chamamé. Esta fue la gota que colmó el vaso, con ese chamamecito me quebró. Yo, que me había aguantado como una valiente mientras usted tocaba “Sur”, no pude hacerlo al oír el chamamé que me trajo a la memoria a mis amigos chaqueños de Palma que me descubrieron y enseñaron a amar ese ritmo. De pronto les sentí bailando ese chamamé y añorando su amado Chaco.

También me tocó la fibra con un tango que desconocía “La biblioteca”. No sabe lo que significó para mí, amante de los libros y la lectura y las bibliotecas, saber que hay un tango que las hace el honor de llevar su nombre. Y aquí me tiene ahora como loca buscando ese tango para guardarle como un valioso tesoro.

Y, en fin, que quiere que le diga, en términos taurinos, “la puntilla” me la dio usted con “Adiós Nonino”. Aquí ya los sentimientos sobrepasan todo y ya no hay palabras que los puedan definir. Cualquier comentario quedaría pequeñito y pobre. Inútil intentarlo.

No sé si queda algo por decir o si quizás aún me queda todo por decir. Cómo me gustaría saber explicarle lo bien que me siento hoy.

Gracias por mis lágrimas, bandoneón.

 

 

PD. A los amigos de Alemania que pasan por este blog: sepan que El Trío Rodolfo Mederos estará el Martes 5 de octubre en la Gala de apertura de la Feria del Libro de Frankfurt. Si podéis id a verlos. Será algo inolvidable, os lo aseguro.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Cosucas que pasan.

Hay quien prefiere llamarlo "destino", hay quien gusta decir que es "una casualidad". Yo siempre he dicho que son "cosucas de la vida"´. Sea lo que sea, a mi me suele gustar cuando me pasa.

Hace unos días, buscando "vayaustedasaberqué" en internet, fui a dar con el título de una película-documental. "El último bandoneón". Curiosamente, unos días antes había estado hablando con un gran acordeonista mallorquín, Gori Matas, sobre lo complicado que era poder conseguir un bandoneón hoy en día. Gori quiere aprender a tocar el bandoneón y anda buscando uno pero la cosa no es tan fácil. Alo que iba, el título de la película me llamó la atención (ya sabéis mi pasión por el tango y la música popular argentina) así que inmediatamente puse a trabajar a la burra.

"El último bandoneón" es una mezcla  de película y documental que cuenta varias historias: la de una chica que busca un Bandoneón AA, la de un  maestro bandoneonista (Rodolfo Mederos) que hace un casting para formar una orquesta típica, la de un grupo de maestros bandoneonistas que ya se retiraron pero se reúnen para ensayar… Maravilloso. Un documental precioso. De verdad, si podéis vedlo.

La cosa es que me dejó un sabor de boca tan bueno que llevo una semana escuchando sólo música de bandoneón.

Y hace dos días leo en el periódico que Rodolfo Mederos estará en Palma de Mallorca el próximo día 2 de octubre. En el conservatorio.

Decidme que no tiene cosucas la vida.

Pues eso ¿sabéis quien estará en el conservatorio de Palma el día 2 de octubreeee? Yo. Y bien puntual.

Os dejo un fragmento de "El último bandoneón". Que lo disfrutéis.

 No me resisto. Otro fragmento.

Feliz fin de semana a todos.

miércoles, 28 de julio de 2010

Consejo de abuela.

Mi abuela Rosa era una mujer muy refranera. Sabía montones de refranes, dichos y chascarrillos y siempre tenía uno para cada momento. De ella y de mi padre heredé yo la afición y el gusto por el refranero y los dichos populares.

Llevo un rato acordándome de mi abuela paterna y riéndome pensando en la guasa, porque era muy guasona, que tendría hoy a mi costa si me hubiese visto hace un momento.

Os cuento:

Acababa de meter una preciosa dorada en el horno cuando ha empezado a sonar el teléfono. Era mi madre. Ni a mi madre ni a mí nos gusta el teléfono así que nos llamamos muy de cuando en cuando pero, eso sí, el día que nos llamamos no tenemos freno. Se nos va el tiempo hablando como cotorras. Y en esas estábamos las dos cuando de pronto un tufillo sospechoso ha entrado por la puerta del salón. “Mierda, la dorada”. Se acabó la conversación madre-hija.

Total que he tenido que cambiar el menú. Hoy para cenar… melón con jamón que, bien mirado, tampoco está nada mal.

Y en el momento que estaba sacando el maldito melón de la nevera he visto la figura de mi abuela, rota de la risa, diciéndome:

“No se puede estar en la procesión y repicar las campanas”

Campana

martes, 27 de julio de 2010

Solsticio de Wara.

 

19-04-07(armisen)

Hace años que pertenezco a un foro de lectura precioso que se llama FQL – Leer y charlar. Al principio me uní a ese foro por ser un lugar para amantes de los libros y la lectura pero, a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que lo que realmente me enganchaba a esa página no eran sólo los libros, sino la gente tan estupenda que lo formaban.

Allí tuve la fortuna de conocer a Wara, otro regalo que me hacía la vida para guardar en mi cajita de concha de caracola. No exagero en absoluto cuando digo que Wara es una de las personas más mágicas que he conocido en mi vida. Una gallega de pro, luchadora, sensata, serena, educada, dulce, tierna, sincera, amable, generosa, vital, alegre a pesar de todo, sentimental… Una mujer y una amiga única, genuina. Una de esas personas que enriquecen con sus conocimientos, con su sabiduría, con su forma de ser, vivir y sentir, el camino de quienes, como yo, han tenido la suerte de cruzarse con ella en algún punto del trayecto.

Algunos de los que visitáis esta casa ya la conocéis por los comentarios tan tiernos y humorísticos que ha dejado, algunos (lo sé porque os he visto) habéis pasado por su paraíso  y, quienes os habéis acercado a visitarla sabéis que, además, Wara es una excelente escritora (No la gusta que la llame escritora, dice que se pone roja). Posee el don de hacer magia con las palabras y llegar hasta lo más profundo de los corazones de quienes la leemos. Para mí es una imprescindible tanto como amiga como escritora.

Este mediodía, cuando ya estaba a punto de abrir la puerta de mi casa para ir a la oficina, he recibido una llamada de teléfono de otra amiga del foro. Lloraba amargamente y casi no podía hablar. Me ha asustado. Entre sollozos me ha dado la terrible noticia de que Wara, Rosario, que así se llamaba mi gallega del alma, nos ha dejado. Y de pronto todo se ha vuelto un vacío frío y oscuro.

Wara, mi amor, si nadie lo impide, seguiré entrando en tu Solsticio para seguir impregnándome de tu magia. Leeré y disfrutaré de todos tus cuentos, tus reflexiones, tus sentencias, todas tus palabras, como recién escritos porque tú nunca te irás de mi corazón. Te imagino en un paraíso de libros, a la sombra de ancianos castaños (esos que tanto te gustan), contemplando el paisaje de tu amada Galicia, rodeada de hadas, princesas, dragones, sabios orientales, sonidos de gaitas… Contando, con voz serena y guasona sorna gallega, tus cuentos, tu haikus, inventando mundos lejanos e historias cercanas a todas las criaturas de ese lugar desde donde ahora, seguro, vigilas nuestras faltas de ortografía.

Te quiero amiga, te extraño.

magia_para_ti

PD: Las fotos son obras de Eva Armisen. A Wara le encantaban.

lunes, 26 de julio de 2010

Sencillez.

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"La casa tenía un porche cubierto en el que nuestro padre pasaba muchas horas leyendo o charlando al caer la tarde con el párroco o el alcalde, con el canónigo de la catedral capitalina, con amigos de Palma o conocidos de Deiá. Alguna vez, muy de tarde en tarde, acudía brevemente Robert Graves, el poeta de la melena blanca y los ojos profundos. Se sentaba, tomaba un poco de queso, unas cuantas aceitunas y un vaso de vino, hablaba de esto o aquello (en mal castellano, del que sólo chapurreaba algunas palabras con el abominable acento propio de los ingleses), saludaba y se marchaba. Iba camino del baño cotidiano o de vuelta de él; siempre lo tomaba en Es Canyeret, la diminuta cala en cuyo escar guardábamos la barca de remos y de cuyas rocas él recogía la sal depositada por la marea. Decía que era muy sano hacerlo y cocinar después con ella. Pero ni de Graves tengo un recuerdo preciso. Era uno de los mayores habituales que iba y veía sin que a nosotros nos afectaran sus libros, las gentes que lo visitaban, los amores que luego supimos que tenía. Sólo más tarde, cuando la televisión emitió la serie "Yo, Claudio" , nos dimos cuenta de que era todo un personaje."

"La venganza" – Fernando Schwartz.

 

 

Foto: Tumba de Robert Graves (Cementerio de Deiá)

Los libros son dos ejemplares que alguien dejó en honor del escritor; "Yo, Claudio" y un poemario del escritor. Los fotografié este fin de semana pero, a juzgar por su estado, ya hace tiempo que reposan sobre la tumba de Graves. O quizás su estado es por el uso… Sólo quien los puso ahí lo sabe. Sea como sea, a mí me pareció un precioso detalle.