domingo, 29 de junio de 2008

Puig de ses bruixes.

Un amigo mallorquín me contó una leyenda muy simpática sobre el Puig de ses bruixes, una pequeña montaña que puede verse de camino por la carretera de Llucmajor a Algaida.

Parece ser que esta montaña estaba habitada por una gran población de brujas bastante traviesas, que se pasaban los días gastando bromas a los vecinos de la zona. Una de esas bromas consistía en hacerse invisibles cuando algún lugareño pasaba con su carro. Volando hacia él, se subían todas en la parte trasera del carro y así con el peso impedían que se moviese. Las ruedas se atascaban y el pobre vecino era incapaz de saber qué estaba pasando. Mientras ellas se lo pasaban de lo lindo.

Llegó a oidos del Rey Jaume lo que las molestas vecinas estaban haciendo y éste se dispuso a acabar con estas bromas pesadas. Acompañado de un sacerdote y u monaguillo se dirigió hacia el pico de la montaña, lo que asustó bastante a las brujas, y colocó una cruz lo que provocó que las brujas se fuesen para siempre.

Cachondas las vecinas ¿no?.

La sirenuca.


Dice la leyenda que en la localidad de Castro Urdiales, en la costa oriental de Cantabria, vivía una mozuca muy bella que, a pesar de la prohibición de su madre, tenía por costumbre ir a mariscar a los acantilados más peligrosos. Mientras mariscaba, gustaba de cantar al compás de las olas.

En un momento de enfado y arrebato, su madre la maldijo: "Ojalá que el Dios del cielo te vuelva pez".

La bella castrense se convirtió en una mujer con larga y brillante cola de pez.

Se dice que, aún hoy, deja oir su canto a los navegantes perdidos en la bruma para advertirles de que se están acercando a los acantilados.

Fotografía: Mascarón de proa de la "Marigalante".
Diario Montañés.

sábado, 28 de junio de 2008

Todos los libros del mundo
no te dan felicidad
pero te conducen en secreto
hacia ti mismo.
Allí encuentras todo lo que necesitas,
el sol, las estrellas y la luna
pues la luz que tú buscas
habita en ti mismo.
La sabiduría que buscaste
en las librerías
reluce en cada página…
Y ahora es tuya.

Herman Hesse

Fotografía: Cuadro de Isabel Guerra – La monja pintora.
Título: “Tu palabra que ilumina”.

Bandoneón (Mario Benedetti).


Me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca Dios
pero yo estoy seguro que es Troilo
ya que Dios apenas toca el arpa
y mal.

Fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos.

Me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando Dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos
la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.


Tango: Don Juán.
Intérprete: Carlos di Sarli y su orquesta.

viernes, 27 de junio de 2008

EL Bibliobús.

La semana pasada la lectura “Una lectora nada común” de Alan Bennett me trajo a la memoria un recuerdo muy grato: el del bibliobús que una vez a la semana acercaba los libros a mi pueblo.

Así que este viernes he decidido que le dedico esta entrada a todas esas bibliotecas móviles que acerca la cultura a todo el mundo.


Allá por el S. XIX, Samuel Brown, creó unas bibliotecas itinerantes en Escocia que disponían de unos cincuenta volúmenes que se depositaban en los pueblos en los que había alguna persona que se pudiese responsabilizar de su cuidado. La biblioteca se renovaba cada dos años.

Años después, su hermano Willian Brown, llevó la idea a Estados Unidos. En 1893, Meil Dewey, comenzó con una “colección viajera” en el condado en el que estaba la biblioteca en la que trabajaba. En 1897 algunos clubes de mujeres empezaron a enviar libros por tren a las montañas, luego el viaje continuaba en animales de carga. En cinco años había 2.500 bibliotecas ambulantes por todo el país.

En 1905 se construyó el primer “carro biblioteca” para acercar los libros a los granjeros. En algún caso se cobraba una pequeña cuota por este servicio que sirvió para que el reparto de libros fuese más rápido.

Fue en Minessota, concretamente en la ciudad de Hibbing, donde en 1918 apareció el primer bibliobús en el sentido que hoy conocemos. Los libros transportados en un vehículo a motor.

El uso de bibliobuses fue copiado con el tiempo por otros países. En España el proyecto más importante en este sentido fue el llevado a cabo por el Patronato de Misiones Pedagógicas durante la Segunda República.. Se crearon cerca de 5.000 bibliotecas populares, fijas y circulantes. Estas bibliotecas contaban con cerca de 100 volúmenes encuadernados y colocados en cajas que contaban con talonarios para el préstamo y la estadística, hojas de papel para forrar los libros y puntos de lectura con recomendaciones para el buen trato de los libros. El reparto se realizaba sólo bajo petición previa de los interesados, aunque tenían preferencia las escuelas de los pueblos con menos de 5.000 habitantes.

12 de Octubre de 1953 aparece el primer bibliobús creado por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas. Empezó a prestar sus servicios el 26 de diciembre en el extrarradio y los suburbios de Madrid. En 1956 entran en funcionamiento dos bibliobuses más, uno para reforzar el servicio en Madrid y otro destinado a nuevas experiencias. Uno de ellos se destinó definitivamente al Centro Coordinador de Oviedo. Dos más fueron destinados a Zaragoza y Castellón de la Plana. En 1963 se destina un tercer bibliobús a Madrid.

A partir de la década de los setenta va aumentando el número de bibliobuses puestos en marcha (en Madrid, San Sebastián, Santander, Toledo, Cuenca, Castilla y León, Valencia, Murcia, Málaga, Asturias...)

En la década de los ochenta se produce una renovación de los bibliobuses existentes y la extensión del bibliobús a zonas que antes no contaban con este servicio.

Después de una época de crisis, los bibliobuses han empezado a coger un nuevo auge y han ido incorporando en su funcionamiento las nuevas tecnologías informáticas.

Un bibliobús puede abarcar más medios de transportes aparte del conocido autobús. Por ejemplo, en Asia, o el Norte de Europa es normal la utilización de barcos, en la India la bicicleta, en Sudamérica biblio-lanchas, etc.

Fuente: http://www.absysnet.com/tema/tema2.html
Fotografía: Madrid antiguo.

jueves, 26 de junio de 2008

Es que son buenos.

Librerías Gandhi - Mexico

En Mexico, la cadena de librerías Gandhi ha conseguido posicionar no sólo su marca sino también la afición a la lectura. Para ello ha creado una campaña publicitaria original y divertida. Sus "espectaculares", carteles publicitarios de gran tamaño que coloca por toda la ciudad, se han hecho famosos. He aquí algunos que me encantan:























Ex Libris



La locución latina “Ex Libris” significa “de los libros de” y da nombre a esas marcas (pegatinas o sellos) que identifican la propiedad de un libro. Suelen colocarse en el reverso de la cubierta de un libro o en la guarda del mismo y tienen, además de la leyenda “Ex Libris”, el nombre del propietario del libro. Generalmente su contenido artístico tiene que ver con las aficiones o cualidades con que se identifica el titular.

En 1891 el francés Henri Bouchon en su obra "Los Ex libris y las marcas de posesión del libro", los definía como "la marca más antigua del amor sincero de los hombres por su bien literario. Es el blasón del espíritu, una bella y original manera de justificar el sentido de propiedad que no tiene otra explicación que el amor hacia los libros".

La primera marca de la que se tiene conocimiento como antecedente histórico de los ex libris es una pequeña placa de barro cocido y esmaltada en azul, con inscripciones jeroglíficas, que se conserva en el Museo Británico de Londres y que pertenecía al faraón Amenofis III (s. XV a.C). Figuraba como distintivo de posesión y se insertaba en las cajas de rollos de papiro pertenecientes al faraón. También los escribas mesopotámicos hacían constar al final de una obra además del titulo, la fecha y el nombre del copista, el nombre del propietario.

Durante la Edad Media los ex libris fueron inscripciones manuscritas hechas por monjes calígrafos en códices, biblias, beatos, libros de horas, o bien libros de caballería, feudos, privilegios etc., que aseguraban y garantizaban la propiedad de las obras. No obstante, no es hasta la invención de la imprenta en 1440, cuando se produce el auténtico inicio del ex libris tal y como hoy lo concebimos.

En esta primera etapa del ex libris el tema que predomina es el heráldico hasta que en el siglo XVIII es paulatinamente sustituido por el alegórico. Las técnicas empleadas van desde la xilografía durante los siglos XV y XVI, o la calcografía en los siglos XVII y XVIII hasta la litografía, serigrafía y fotograbado del siglo XIX.

El desenvolvimiento económico hizo que la cultura dejara de ser patrimonio exclusivo de la nobleza y el clero, y la heráldica que era el motivo principal de los ex libris fue sustituida por motivos alegóricos relacionados con las profesiones, aficiones o simples preferencias de los nuevos propietarios de bibliotecas de la nueva burguesía. Alrededor de 1900 se inician las primeras asociaciones, nace la figura del coleccionista, auténtico vertebrador del exlibrismo durante todo el siglo XX, se publican libros y revistas especializadas, se celebran congresos y exposiciones y el las manos de artistas elevan el nivel de calidad de las técnicas tradicionales de grabado. El ex libris, que en sus principios se utilizaba solamente para proclamar la pertenencia de un libro, se convierte en expresión estética y algunos son considerados auténticas obras de arte en miniatura, objetos de colección e intercambio a nivel internacional.


Fuente: Asociación andaluza de Ex Libristas.
Fotografía: Mi Ex Libris.

miércoles, 25 de junio de 2008


Dicen que Federico García Lorca después de escuchar en un recital el verso de Rubén Darío "qué púberes canéforas te ofrecen el acanto...", se puso en pie y dijo:

"A ver, otra vez por favor, que yo sólo he entendido el QUÉ".


viernes, 13 de junio de 2008

Biblioteca de la Abadía de S. Gallen - Suiza

La ciudad de San Gallen lleva el nombre de un monje irlandés, San Galo, que fundó una ermita en este sitio a comienzos del siglo VII. Con el tiempo esa ermita se fue transformando en una de las abadías benedictinas más grandes de Europa.

Durante el reinado de Pipino “El Breve” se creó la famosa escuela S. Gallen dedicada a las artes, las letras y las ciencias. Y durante el mandato del abad Waldo de Reichenau muchos monjes irlandeses y sajones se instalaron en la abadía para copiar numerosos manuscritos formando así una extensa biblioteca.

A petición de Carlo Magno, se enviaron desde Roma diversos libros de salmos que extendieron el uso del Canto Gregoriano.

A mediados del S. XVII se comenzó a imprimir libros en la abadía.

En 1712 la abadía sufrió un saqueo y parte de sus tesoros y obras fueron llevados a Zurich y Berna.

En la actualidad queda poco de la arquitectura medieval original, la mayor parte de su estructura, incluyendo la Catedral, se reedificó en un estilo barroco tardío. Su suntuosa y cuidada decoración obliga a entrar con zapatillas de fieltro para no dañar el suelo de madera. Aun así, la biblioteca sigue siendo un tesoro cultural, tanto por sus manuscritos medievales (algunos datan del S. IX) como por su arquitectura. La abadía fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La biblioteca alberga una colección de 150.000 tesoros bibliográficos. Una inscripción en griego describe la sala como “la farmacia del alma” y entre sus medicamentos podemos encontrar códices del S. IX con iniciales de decoración gaélica que ocupan páginas enteras, o las inscripciones de un monje del S. X en las que confiesa que está cansado de escribir, o algunos incunables, o volúmenes encuadernados en marfil y con piedras preciosas, o misteriosos libros de antigua astronomía medieval.

Cada año el bibliotecario de la abadía realiza una selección de los fondos en función de un tema específico para exponerlos al público en la sala de lectura. Cada año el tema es un misterio y una sorpresa para los visitantes.

viernes, 6 de junio de 2008

Juntos pero no revueltos.

Durante la regencia de la Reina Victoria, en Gran Bretaña, era de mal gusto colocar juntos en las bibliotecas los libros de autores másculinos y femeninos a no ser que estuviesen casados.

Biblioteca Menéndez Pelayo - Santander.

La biblioteca de este viernes es muy especial para mí. En ella he estudiado muchos días en mi época de universidad, he consultado alguno de sus volúmenes para realizar trabajos o simplemente he paseado sus estancias soñando que algún día yo tendría una igual. En el edificio que alberga el Museo de Bellas Artes he disfrutado de los cuadros de Gerardo de Alvear, Pancho Cossío o María Blanchard entre otros.

Es la biblioteca de mi tierruca cuya imagen llevo siempre en el corazón.

Su silencio, el olor a madera, a papel, me han acompañado y me han ayudado en mis estudios. Gracias D. Marcelino.

Después de obtener los títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, ganó a los 22 años la Cátedra de Historia crítica de la Literatura española de dicha Universidad, llegando a ser quizá el catedrático más joven del mundo. En 1881, a los 25 años, es elegido académico de la Real Academia de la Lengua. Posteriormente lo será de la Historia (1883), de Ciencias Morales y Políticas (1889) y de Bellas Artes de San Fernando (1892), siendo el único español de la época que perteneció a las cuatro instituciones. Bibliotecario de la Real Academia de la Historia (1892) y decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central (1895), en 1898 es nombrado director de la Biblioteca Nacional de Madrid, cargo que desempeñó hasta su muerte. Las intrigas ajenas le cerraron el paso a la dirección de la Real Academia Española (1906). En 1905 se presenta su candidatura para el Premio Nobel y en 1909 es elegido director de la Real Academia de la Historia. Fue Diputado en Cortes y Senador hasta su muerte por la Real Academia Española.

La rigurosa labor de investigación que realizó le convirtió en uno de los mayores historiadores de la literatura española.

A su muerte, Menéndez Pelayo legó a la ciudad de Santander la biblioteca que fue creando a lo largo de su vida que, según él mismo dijo, fue la única de sus obras de la que realmente se sentía medianamente satisfecho. Para ubicarla se decidió construir un edificio que sustituyera al original utilizado por don Marcelino y donado por éste a la ciudad. En el pequeño solar contiguo a la casa donde había nacido y vivido el polígrafo se elevaba un pabellón levantado en 1892 que había hecho las veces de despacho y biblioteca.

El arquitecto castreño Leonardo Rucabado se encargó en 1917 de diseñar en el mismo solar el proyecto para las bibliotecas municipal –actual museo de Bellas Artes- y Menéndez Pelayo. El arquitecto respetó la estructura en tres naves del pabellón original, la central cubierta con una vidriera con el escudo real de España y las ventanas laterales con los escudos de las universidades Complutense, de Salamanca, Central y de Barcelona. En 1923, con la presencia de Alfonso XIII, se inauguró el conjunto. El estilo de ambas construcciones es una suma de citas historicistas que van desde el herreriano al barroco de los palacios montañeses.

La Biblioteca Menéndez Pelayo es uno de los lugares más significativos de la cultura montañesa en donde, en diversas estancias y naves, se encierra desde el modesto despacho del polígrafo, por una parte, hasta la gran sala de lectura y almacén de libros en bellos armarios de madera acristalados por otra

La colección está formada por unos 42.000 volúmenes entre textos impresos y manuscritos. También abundan escritos de los siglos XVI y XVII, algunos autografiados por Quevedo o Lope de Vega. Entre las obras impresas se encuentran 23 incunables de talleres españoles, franceses, italianos y alemanes.

El edificio original, la que fue casa del D. Marcelino, es hoy museo y conserva el mobiliario y los enseres que usó el escritor. Actualmente alberga también la biblioteca del poeta Gerardo Diego.

domingo, 1 de junio de 2008

Gerardo Diego.

Se cuenta que mi paisanuco el poeta Gerardo Diego, cuando le dieron el premio Cervantes en 1979, dejó de asistir durante una temporada a las tertulias del famoso Café Gijón de Madrid a las que era habitual. La razón: evitar pagar una ronda a los demás tertulianos.

Dicen que para justificarlo dijo: "No me han dado mas que un millón de pesetas, y claro, pagar quince cafés..."