viernes, 6 de junio de 2008

Biblioteca Menéndez Pelayo - Santander.

La biblioteca de este viernes es muy especial para mí. En ella he estudiado muchos días en mi época de universidad, he consultado alguno de sus volúmenes para realizar trabajos o simplemente he paseado sus estancias soñando que algún día yo tendría una igual. En el edificio que alberga el Museo de Bellas Artes he disfrutado de los cuadros de Gerardo de Alvear, Pancho Cossío o María Blanchard entre otros.

Es la biblioteca de mi tierruca cuya imagen llevo siempre en el corazón.

Su silencio, el olor a madera, a papel, me han acompañado y me han ayudado en mis estudios. Gracias D. Marcelino.

Después de obtener los títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, ganó a los 22 años la Cátedra de Historia crítica de la Literatura española de dicha Universidad, llegando a ser quizá el catedrático más joven del mundo. En 1881, a los 25 años, es elegido académico de la Real Academia de la Lengua. Posteriormente lo será de la Historia (1883), de Ciencias Morales y Políticas (1889) y de Bellas Artes de San Fernando (1892), siendo el único español de la época que perteneció a las cuatro instituciones. Bibliotecario de la Real Academia de la Historia (1892) y decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central (1895), en 1898 es nombrado director de la Biblioteca Nacional de Madrid, cargo que desempeñó hasta su muerte. Las intrigas ajenas le cerraron el paso a la dirección de la Real Academia Española (1906). En 1905 se presenta su candidatura para el Premio Nobel y en 1909 es elegido director de la Real Academia de la Historia. Fue Diputado en Cortes y Senador hasta su muerte por la Real Academia Española.

La rigurosa labor de investigación que realizó le convirtió en uno de los mayores historiadores de la literatura española.

A su muerte, Menéndez Pelayo legó a la ciudad de Santander la biblioteca que fue creando a lo largo de su vida que, según él mismo dijo, fue la única de sus obras de la que realmente se sentía medianamente satisfecho. Para ubicarla se decidió construir un edificio que sustituyera al original utilizado por don Marcelino y donado por éste a la ciudad. En el pequeño solar contiguo a la casa donde había nacido y vivido el polígrafo se elevaba un pabellón levantado en 1892 que había hecho las veces de despacho y biblioteca.

El arquitecto castreño Leonardo Rucabado se encargó en 1917 de diseñar en el mismo solar el proyecto para las bibliotecas municipal –actual museo de Bellas Artes- y Menéndez Pelayo. El arquitecto respetó la estructura en tres naves del pabellón original, la central cubierta con una vidriera con el escudo real de España y las ventanas laterales con los escudos de las universidades Complutense, de Salamanca, Central y de Barcelona. En 1923, con la presencia de Alfonso XIII, se inauguró el conjunto. El estilo de ambas construcciones es una suma de citas historicistas que van desde el herreriano al barroco de los palacios montañeses.

La Biblioteca Menéndez Pelayo es uno de los lugares más significativos de la cultura montañesa en donde, en diversas estancias y naves, se encierra desde el modesto despacho del polígrafo, por una parte, hasta la gran sala de lectura y almacén de libros en bellos armarios de madera acristalados por otra

La colección está formada por unos 42.000 volúmenes entre textos impresos y manuscritos. También abundan escritos de los siglos XVI y XVII, algunos autografiados por Quevedo o Lope de Vega. Entre las obras impresas se encuentran 23 incunables de talleres españoles, franceses, italianos y alemanes.

El edificio original, la que fue casa del D. Marcelino, es hoy museo y conserva el mobiliario y los enseres que usó el escritor. Actualmente alberga también la biblioteca del poeta Gerardo Diego.

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