sábado, 8 de agosto de 2009

Y vuelta la burra al trigo.

Tengo un amigo con el que comparto la pasión por la lectura pero que no entiende que no preste mis libros a nadie. Ya hemos discutido sobre ello alguna vez pero no hay forma de que lo entienda. Ayer hemos vuelto a las andadas y es que pretendía sacar de mi biblioteca nada más y nada menos que Rayuela de Julio Cortázar.

La experiencia me dice que cuando prestas un libro luego pasas meses reclamando su retorno y no siempre lo logras. La mayoría de las veces cuando prestas un libro no vuelve y, además, la persona que se lo llevó jura y perjura que te lo devolvió. Quizás sea verdad eso que dicen de que los libros son muy orgullosos y cuando los prestas se enfadan y ya no quieren saber más de ti. La cosa es que son tantos los libros que no me han devuelto que, ya hace muchos años, que decidí cortar por lo sano.

Así que quede claro: NO PRESTO LIBROS. Si alguien quiere uno que lo compre, y ayude a un librero, que también tiene hipoteca. Y si es cuestión económica pues a sacarse el carnet de la biblioteca, esos maravillosos locales llenos de libros y que los prestan a todo el que quiera.

Lo que sí hago es tomar nota del libro y la persona que me lo ha pedido prestado y, si su cumpleaños u otra fecha especial para esa persona está al caer, lo regalo. Pero los míos, son míos y se quedan en mi casa. ¿Les parece egoísta? Pues si, probablemente tengan razón, pero es mi biblioteca y hago con ella lo que me viene en gana.

Resumiendo, si alguna vez vienen a casa, y pretenden que les preste uno de mis libros, sepan ustedes que en mi humilde biblioteca rige el siguiente precepto:

“TE CUADRE O NO TE CUADRE, PRESTAR LIBROS NI A TU PADRE”

He dicho.
Foto: Alguno de los que no se prestan

14 comentarios:

fermin dijo...

No se que seria de mi si las amistades no me prestasen libros. El sueldo de un conserje da para lo que da y la biblioteca... me hice el carnet hace dos meses y aún no he encontrado nunca lo que busco.
Dicho lo dicho, tengo que reconocer que los libros acostumbran a tener vida propia y desaparecen. Ese lujo yo no me lo puedo permitir, por lo tanto siempre, pero siempre, siempre los custodio hasta que vuelven con su propietario.
Besucos, paisana.

Amio Cajander dijo...

Prestar libros es como prestar palomas mensajeras

RhapsodyRed dijo...

me prestas un libro???¬¬

Almudena dijo...

Paisanuco, sigue así de honrado si no quieres que tus amigos cierren el grifo.

¡Ojalá Amio! las palomas mensajeras siempre vuelven a casa.

David, no :)

Besucos a los tres.

identidad Bibliotecaria dijo...

Muy buena presentación del Blog , para decirlo en términos sencillos..
te propongo que subas este blog y las imágenes que desees a nuestra página WEB del foro de bibliotecología -cultura y sociedad para su mayor difusión

http://ar.groups.yahoo.com/group/RichardeBury/


o escribiendo directamente a

richardebury@gruposyahoo.com.ar

grácias!!!!

Almudena dijo...

Gracias por tu visita Richard. Me pondré en contacto contigo en breve.

Aprovecho para darte la bienvenida y enviar un abrazo a Argentina.

El tejón dijo...

Me parece muy razonable tu postura Anjanuca, yo soy más debil y son numerosos los libros que he prestado y no han vuelto.Pero no escarmiento.
Anjanuca, yo vivo en Polanco y desde la terraza veo Cudón, Miengo, Cuchía y....Ongayo.
Un besuco.

Anónimo dijo...

El otro día oí algo así como:
Entre los que se prestan libros hay dos clases de tontos, los que los prestan y los que los devuelven.

Almudena dijo...

Ya escarmentarás, Tejón, ya escarmentarás. Preciosas vistas las que tienes desde casa.

Laperdiz, ya había oído ese dicho. ¡Qué cierto es!

Besucos a los dos.

Wara dijo...

Pero no te enfades, mujer, jajaja... La verdad es que yo también soy reacia a prestar; no he tenido muy buenas experiencias, de modo que tampoco pido, salvo en la biblioteca.

Un abrazo.

Almudena dijo...

Wara, ya sabes que y no me enfado (que salen arrugas):)

Un besuco.

Anónimo dijo...

Yo sí: presto, devuelvo, reclamo, regalo (libros míos, leídos y mimados por mí y sabiendo lo que estoy regalando), seguramente, me habré quedado con más de uno (sí, ahora mismo, recuerdo uno)...

Quizá lo más doloroso sea perder alguno; sobre todo si es de los más queridos. Me robaron "Sendas de Oku", por ejemplo. Sé que, aunque algún día encontrara otro ejemplar de la misma edición, nunca será aquél que me regalaron mis hermanos pequeños, con sus poemas y dedicatorias, aquél que les recomendó aquella librera a quien yo admiraba... Es triste.

No me parece mal tu postura: tú eres así. Y es tan bellísimo todo lo que compartes...

Me alegra que tengas tu tesoro bien cuidado, Anjana.

Un abrazo.

Almudena dijo...

Lo siento Anderea porque perder un libro cuyo valor no es económico sino sentimental, es mayor pérdida. Qué triste. Espero que algún día vuelva a tus manos.

Muxu.

Anónimo dijo...

Tal vez.

Gracias, Anjana.