Dicen que "para muestra, un botón", yo he escogido dos.
El primero es el que corresponde a lo que muy bien define la contraportada, gamberra, cínica y disparatada (aunque esto último no lo tengo yo muy claro, la verdad).
“Lubo kalandrian, el célebre y muy prestigioso catedrático en psicología por la universidad de La Sorbona, inició en 1932 un exhaustivo estudio sobre el cuento de Caperucita, titulado El mito de Caperucita o la implicación del inconsciente colectivo en el entorno inmediato.
Estableció las siguientes conclusiones (se citan párrafos textualmente):
… Porque una señora que en lugar de acoger a la abuela enferma en su domicilio se limita a vestir a su propia hija de corta edad con una caperuza colorada y enviarla a través de un bosque habitado por lobos con una cesta de la merienda notablemente pesada es, como poco, una madre extraña. Incluso para un cuento.”
Estableció las siguientes conclusiones (se citan párrafos textualmente):
… Porque una señora que en lugar de acoger a la abuela enferma en su domicilio se limita a vestir a su propia hija de corta edad con una caperuza colorada y enviarla a través de un bosque habitado por lobos con una cesta de la merienda notablemente pesada es, como poco, una madre extraña. Incluso para un cuento.”
El segundo botón, es una parte que, por causas que no vienen al caso, me emocionó especialmente hasta el punto de que me obligó a interrumpir la lectura hasta el día siguiente.
“Cuando Hiro sintió que sus ojos se humedecían apartó la mirada de los crisantemos y depositó sus pinceles en un cuenco de porcelana, procurando no hacer ruido. Después cerró los párpados para percibir el origen de su tristeza, manteniendo la cabeza alzada.
Tardó apenas unos instantes en darse cuenta de que en aquel momento Allegra estaba dormida, razón por la cual su melancolía se había evadido de su férreo corazón y había impregnado la humedad ambiental, excepcionalmente elevada para aquella época del año.
Hiro se levantó pesadamente e inició el descenso por la estrecha escalera, separando mucho los pies para no quebrar los tablones de madera. Entró en la habitación de Allegra sin llamar a la puerta, se arrodilló junto a su cama y empezó a acariciarle el cabello. Allegra estaba llorando en sueños, y no se sorprendió al despertarse y sentir la suave y afable mano de Hiro posada en su frente.
“También he soñado que me acariciabas”, murmuró adormecida aún.”
Tardó apenas unos instantes en darse cuenta de que en aquel momento Allegra estaba dormida, razón por la cual su melancolía se había evadido de su férreo corazón y había impregnado la humedad ambiental, excepcionalmente elevada para aquella época del año.
Hiro se levantó pesadamente e inició el descenso por la estrecha escalera, separando mucho los pies para no quebrar los tablones de madera. Entró en la habitación de Allegra sin llamar a la puerta, se arrodilló junto a su cama y empezó a acariciarle el cabello. Allegra estaba llorando en sueños, y no se sorprendió al despertarse y sentir la suave y afable mano de Hiro posada en su frente.
“También he soñado que me acariciabas”, murmuró adormecida aún.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario