A veces me pregunto si además de placer, lo mío con la lectura no tiene también algo de adicción, digo esto, porque a veces cuando voy caminando, aunque lleve prisa, acabo parándome ante algún cartel simplemente para leer lo que pone.
La mayoría de las veces son anuncios, publicidad, nada especial. Pero otras, sucede que me encuentro con cosas curiosas, o anecdóticas, o realmente bonitas como un cartel de cerámica que descubrí hace años cuando llegué a la isla y fui a pasear por Dalt Murada.
El domingo pasado paseando, por los alrededores de nuestra bellísima catedral, aproveché que tenía en el bolso mi cámara y me acerqué de nuevo hasta él para hacerle una fotografía.
No sólo me gustó estéticamente sino también porque cuenta es parte de la historia de una de las familias artesanas del vidrio soplado en Mallorca.
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