sábado, 4 de octubre de 2008

Biblioteca Emilianense - San Millán de la Cogolla.

Los Monasterios de Suso y Yuso de San Millán de la Cogolla fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 4 de diciembre de 1997, por razones históricas, artísticas, religiosas, lingüísticas y literarias.

Fue entre los muros de este recinto monástico donde se escribieron las primeras palabras en lengua romance, lengua que tiempo después evolucionó en lo que hoy en día es nuestra lengua castellana.

También en San Millán fue donde escribió su obra el primer poeta en lengua castellana, Gonzalo de Berceo. “Los milagros de Nuestra Señora”, su obra cumbre, es la más delicada muestra de la literatura descriptiva medieval.

El monasterio de Suso (o de arriba) destacó desde sus comienzos, en el aspecto cultural, por su flamante escritorio, dueño de una buena y rica colección de manuscritos y códices, entre los que destacan el Códice Emilianense de los Concilios, datado en 992; la Biblia de Quiso, que lleva data del 664, o una copia del Apocalipsis, de Beato de Liébana y con la letra del siglo VIII, lo que le hace ser uno de los principales escritorios, si no el más notable, de la Edad Media Española. Nos encontramos en el período tal vez de mayor esplendor del monasterio. Es el marco en el que va a surgir la que hoy es la más antigua manifestación escrita de la Lengua Española.

En el S. XI el estudiante o predicador que encontraba dificultades de comprensión de alguna palabra o expresión en un texto o códice (así se denominan los libros manuscritos anteriores a la invención de la imprenta), hacía lo usual en todos los tiempos: anotaba al margen la traducción que la hacía comprensible. El texto que se leía es lo que se conoce como Aemilianensis 60 y las anotaciones aclaratorias las conocemos hoy como Glosas Emilianenses.


La grandeza de la Biblioteca Emilianense (situada en el Monasterio de Yuso, o de abajo) se debe más al mérito de algunas obras que en ella se guardan que al número de volúmenes que contiene. La sala destinada para biblioteca y su artística estantería no admite más de diez mil volúmenes. Los monjes que habían cursado estudios especiales para obtener grados académicos tenían su librería particular.

No todos los manuscritos que se encuentran en la biblioteca Emilianense fueron copiados en San Millán. Algunos pertenecían al fondo inicial del monasterio, otros fueron adquiridos por compra, permuta o donación. A medida que el cenobio de San Millán iba adquiriendo prestigio, bajo la protección de los reyes de Navarra, se le agregaron otros monasterios e iglesias que se ponían bajo la autoridad del abad cediéndole sus respectivos archivos. Por otra parte, debido a que la conservación de archivos no era muy alentadora y muchos archivos fueron enviados a San Millán para incorporarlos a la biblioteca central.

Fuente: Fundación San Millán de la Cogolla.
http://www.fsanmillan.org/

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