viernes, 11 de julio de 2008

Las Anjanas


Cuenta la leyenda que en los bosques de Cantabria habitan unos seres bondadosos que protegen a las gentes honradas, a los enamorados y a quienes se extravían en el bosque o los caminos.

Las anjanas son mujeres hermosas con cabellos largos y finos, adornados con flores y lazos de seda. Se visten con delicadas y bellas túnicas de seda blanca. Llevan sandalias y un báculo con extraordinarias propiedades mágicas con el que apacigua a las bestias del campo con solo tocarlas; con este báculo se dice que realiza sus magias y curaciones milagrosas.

El origen de las anjanas nadie lo conoce; aunque se rumorea que son espíritus de los árboles que tienen encargado cuidar de los bosques. Se suelen alimentar de miel, fresas, almíbar y otros frutos que les proporciona el bosque.

Viven en grutas secretas de las que se dice que tienen el suelo de oro y plata y en las que acumulan riqueza para la gente necesitada. Pasan el día andando por las sendas del bosque, sentándose a descansar en las orillas de las fuentes y los arroyos parecen cobrar vida a su paso.

Allí, en las fuentes, conversan con las aguas, que entonces manan más alegres y cristalinas. También ayudan a los viajeros perdidos, a los pastores, a los animales heridos y a los árboles que la tormenta, el viento o el ojáncano ha quebrado.

Durante las noches, en algunas ocasiones, se pasean por los pueblos dejando regalos en las puertas de las casa de aquellos que se lo han merecido por sus buenas obras.

Se dice también que las anjanas se reúnen en el comienzo de la primavera en los altos pastos de los montes y danzan hasta el amanecer asidas de las manos en torno a un montón de rosas que más tarde esparcen por los caminos.

Aquel que encuentre una de estas rosas de pétalos rojos, verdes y amarillos será feliz hasta la hora de su muerte. Son hadas buenas de la montaña y son el reflejo de todas las bondades y de misericordias.

Se dice que son la parte buena de la imaginación, hechiceras dulcísimas que alivian las penas, las inquietudes, las ansias, el hambre, la sed y el dolor.

Existe una invocación cuyo origen es legendario en los municipios y valles del parque. Se advierte que esta invocación no es gratuita, “no hay remedio sin dolor, ni cura sin pena”.
La suplica debe ser sincera y se hace al amanecer en el punto y hora en que la anjana deja asomar su báculo por entre las flores que rodean a la torca donde se les invoca:

"Anjana de la compasión
alíviame el corazón
dame un pocu de consuelu
del que diz bajas del cielu
dame un pocu de alegría
en las horas de esti día
dame un pocu de la miely haz de la pena estiel
Anjana de la güena suertilas mis penas son de muerti
dame tu la bendicióny alíviame el corazón."

3 comentarios:

Libertad dijo...

Quién fuese anjana, y bailar celebrando la llegada de la primavera, junto a las amigas, hasta el amanecer. Y esparcir las rosas por los caminos, avisando a los despistados humanos de su llegada.

Anónimo dijo...

El domingo pasado hice una entrada sobre las anjanas, Anjanuca.
Pero esta tuya es más bonita, así que guardaré la mía como un borrador. Sólo añadiré aquí, para quien esto lea en el futuro, que yo conozco una anjana muy pequeña (Anjanuca se llama) cuya casa no es de oro y plata sino de materiales mucho más preciosos y preciados: hospitalidad, atención, cariño, dulzura, fortaleza...

Gracias, Anjanuca.

Almudena dijo...

Gracias a tí, Anderea. Pasaré a ver esa entrada sobre las anjanas.
Besucos.