La palabra latina miniare se usaba para nombrar la pintura que ilustraba los libros manuscritos, códices o rollos de la Edad Media. En un principio designaba la operación de subrayar o pintar con un pigmento (el nimio) el título de una obra sobre todo la letra inicial del mismo, más tarde se aplicó a los adornos e ilustraciones. De este término, miniare, también procede la palabra miniatura que designa las iluminaciones de los libros medievales y que no se refiere al tamaño diminuto de la pintura.
El libro miniado era un don tan preciado que condicionaba la elección de consorte para el día de la boda.
En España, el monasterio de Guadalupe guarda un Museo de los libros miniados.
Foto: Libro del consolat de mar (detalle).
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