viernes, 26 de febrero de 2010

Cena para dos.

Restaurante

Entre halago y halago, le contaba todo lo que le había costado que le reservasen la mesa en la que estaban sentados. El restaurante llevaba abierto tan sólo dos meses y ya era imposible conseguir una sin reservar por lo menos con una semana de antelación. Los altos cargos de las cúpulas empresariales sabían que no había otro restaurante como éste en toda la ciudad y cuando querían cerrar un contrato importante, celebraban allí sus comidas con los clientes notables. Su secretaria había tenido que insistir varias veces para conseguir esa mesa junto a la ventana en la que estaban sentados, parecía ser que toda la zona de la ventana estaba ya reservada, pero, al saber que la reserva era para él enseguida se la confirmaron. De algo tenía que servir el alto cargo que ejercía dentro de la directiva porque si no, bla, bla, bla…

Mientras él hablaba, ella le miraba fijamente y pensaba: “Mañana sin falta tengo que ir al supermercado. Tengo la nevera vacía. Necesito puerros, zanahorias, huevos, leche…”

7 comentarios:

Amio Cajander dijo...

que gusta cuando lo más importante es lo que se sugiere ne una historia y no lo que se cuenta...

Cantares dijo...

jajaja.... me vino a la mente un recuerdo...
Para muchos no es dònde sino con quièn.
Besos

Almudena dijo...

Amio, cuenta, cuenta ¿Qué te ha sugerido la historia?

Ps! Cantares, no me digas que te has visto en una situación parecida. Jajaja, pobre.

Besucos a los dos.

Anónimo dijo...

Da la impresión de ser un merecido desencuentro.
¡La de situaciones que enfocas, Anjanuca!

Buen finde.

Almudena dijo...

Jajaja y lo bien que las reconocéis, Anderea.

Buen fin de semana para tí también.

Balovega dijo...

Hola preciosa

Preciosa vista la de la mesa de la esquina, muy importante tiene que ser el tipo para la reserva, pues de seguro que si la reservamos nos.. uff.. lo tenemos crudo... jjaja..

Besotes...

Almudena dijo...

A mi es que el sitio me importa un rábano. Yo soy feliz comiendo un bocadillo de tortilla debajo de un castaño. Cada vez que me han intentado impresionar llevándome a sitios de estos he tenido que hacer un esfuerzo monumental por aguantar la risa.

Besucos.