Salió a dar un paseo para pensar. Todos tenían razón: cada vez tenía peor carácter. Su familia había agotado la poca paciencia que le quedaba. A la menor tontería saltaba como si la hubiesen pinchado. Si hablaban mal, si callaban peor. Todo lo tomaba como algo personal, todo la irritaba y acababa llorando sola en cualquier parte. Por culpa de su mal humor su marido ponía cualquier escusa, normalmente se refugiaba en la oficina, para evitar llegar temprano a la casa. Su hija se encerraba en su habitación con esa música horrenda y sólo salía para comer. Hasta el perro la evitaba. Y eso que era ella la única que se encargaba de dar de comer y sacar a pasear a ese desagradecido. La armonía de su hogar se estaba rompiendo, su familia actuaba como esas visitas que no se atreven a hablar con naturalidad para no ofender o que no piden un vaso de agua por no molestar. Tenía que poner fin a esta situación. Definitivamente no valía la pena.
Dobló la esquina de la calle y al hacerlo una ráfaga de aire frío le hizo encoger los hombros. Se detuvo ante la puerta del viejo ultramarinos del barrio. Antes de entrar abrió el bolso y se aseguró de que llevaba dinero en la cartera. Saludó a Carmen, la dependienta, y le pidió un paquete de gusanitos.
En la calle, miró la bolsa y pensó: “A la mierda la dieta y el endocrino. No puedo seguir así.” Abrió el paquete y comenzó a comer. Una sonrisa se dibujó en su cara.
Dobló la esquina de la calle y al hacerlo una ráfaga de aire frío le hizo encoger los hombros. Se detuvo ante la puerta del viejo ultramarinos del barrio. Antes de entrar abrió el bolso y se aseguró de que llevaba dinero en la cartera. Saludó a Carmen, la dependienta, y le pidió un paquete de gusanitos.
En la calle, miró la bolsa y pensó: “A la mierda la dieta y el endocrino. No puedo seguir así.” Abrió el paquete y comenzó a comer. Una sonrisa se dibujó en su cara.
9 comentarios:
Ahora mismo me voy a comprarle una bolsa de gusanitos, ja,ja.
La obsesión por nuestro aspecto físico no es buena consejera. Otra cosa es cuando se trata de salud.
Un abrazo, paisana.
Hola niña...
No creo que sea bueno obsesionarse por unos kilitos de más, a veces es mejor disfrutar de la vida, que caer enfermo..
Ahora nos vamos todos a comprar unos gusanitos.. me encantan...
Un abrazo de bellos sueños y feliz despertar..
no creo que fueran los gusanitos los que fueran contra su salud. Es mas, las sonrisas aportan salud y ellos lo lograron.
P.D.Tarde y mal acuso recibo de tu amable participación de la lotería ;-) Solo hay un problema, ahora que yo llevo ese numero es seguro que no os tocará :-)
La de momentos felices que he pasado con una bolsa de gusanitos...
Besitos reina
Fermín,Balo, la obsesión por el físico ¿no será más bien obsesión por querer parecer lo que no somos?
Amio, en mi casa siempre se ha dicho que la gente que se ríe se conserva mejor. En cuanto a lo de la lotería...No sé, a mi los niños de S. Ildefonso siempre me han mirado feo :)
Mónica, y yo, y yo. ¡Qué buenos estaban!
Hola mi bella amiga...
Paso a darte un gran besote y desearte a ti y los tuyos unas muy entrañables navidades y un estelar 2010..
Espero te encuentres bien... feliz fin de semana.. pásalo genial en estos días.. muakkssssss
Los gusanitos son básicamente aire, vacío, como su vida.
Gusanitos. Me recuerdan a mi hijo cuando era más pequeño. Si me dijerais palomitas...
Nada, ya no me hago ni un segundo más la estrecha... ¡Me apunto!
Un abrazo, Anjanuca, preciosa.
Gracias Balo, os deseo lo mismo.
¡Touché, Amkiel!
Anderea, buena decisión.
Besucos a los tres.
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