Soy amante de las pequeñas cosas cotidianas. Las amo porque tienen una habilidad descarada para entrar en mí y estallar con fuerza construyendo momentos intensos.
Tengo un amigo que me suele decir “vos sos una disfrutadora” y, cuando lo dice, lo hace con una sonrisa preciosa que me derrite. Yo me río porque, en el fondo, sé que tiene razón. Además no podría decir lo contrario porque cuando disfruto lo hago sin complejos, se nota en cada gesto de mi cuerpo. Creo que es porque a veces los sentimientos son tan intensos y tan grandes que, no me caben en el corazón y le hacen reventar liberándolos así, sin más. Y siempre que me pasa esto, miro atenta cada pequeño detalle del momento y vuelvo a dar gracias a la vida por el regalo.
Hoy agradezco el reencuentro con un amigo muy querido y una mañana hermosa. Sentada en un banco de la calle, mi cuerpo abrazado por el calor de la lana de mi poncho, la caricia fría de la brisa en la cara y, entre mis manos, unos relatos de Juan Rulfo deliciosos. A escasos metros, muy cerquita, dos amigos cantan. Tengo que cerrar el libro, imposible concentrarme. Esa voz y esa guitarra tienen el don de ir envolviéndome poquito a poco hasta acaparar toda mi atención. Una vez lo consiguen, sólo tengo ojos y oídos para ellos. Siento cada tono, cada nota, los gestos de las caras al recitar, los movimientos de las manos acariciando la guitarra o tocando un tambor invisible. Veo los rostros de quienes que se paran a escuchar y noto dentro el cosquilleo que deja la huella del orgullo, veo la atención de los niños y me emociono. Mientras disfruto de todas estas cosas, tengo que intentar controlarme porque me conozco y sé que soy de emotiva lágrima fácil (teníais que verme viendo una película de Marisol). Intentando que mis ojos no me jueguen una mala pasada me doy cuenta de que la felicidad, cuando se tiene así, mucha y tan profunda, te ensancha tanto el corazón que duele.
Tengo un amigo que me suele decir “vos sos una disfrutadora” y, cuando lo dice, lo hace con una sonrisa preciosa que me derrite. Yo me río porque, en el fondo, sé que tiene razón. Además no podría decir lo contrario porque cuando disfruto lo hago sin complejos, se nota en cada gesto de mi cuerpo. Creo que es porque a veces los sentimientos son tan intensos y tan grandes que, no me caben en el corazón y le hacen reventar liberándolos así, sin más. Y siempre que me pasa esto, miro atenta cada pequeño detalle del momento y vuelvo a dar gracias a la vida por el regalo.
Hoy agradezco el reencuentro con un amigo muy querido y una mañana hermosa. Sentada en un banco de la calle, mi cuerpo abrazado por el calor de la lana de mi poncho, la caricia fría de la brisa en la cara y, entre mis manos, unos relatos de Juan Rulfo deliciosos. A escasos metros, muy cerquita, dos amigos cantan. Tengo que cerrar el libro, imposible concentrarme. Esa voz y esa guitarra tienen el don de ir envolviéndome poquito a poco hasta acaparar toda mi atención. Una vez lo consiguen, sólo tengo ojos y oídos para ellos. Siento cada tono, cada nota, los gestos de las caras al recitar, los movimientos de las manos acariciando la guitarra o tocando un tambor invisible. Veo los rostros de quienes que se paran a escuchar y noto dentro el cosquilleo que deja la huella del orgullo, veo la atención de los niños y me emociono. Mientras disfruto de todas estas cosas, tengo que intentar controlarme porque me conozco y sé que soy de emotiva lágrima fácil (teníais que verme viendo una película de Marisol). Intentando que mis ojos no me jueguen una mala pasada me doy cuenta de que la felicidad, cuando se tiene así, mucha y tan profunda, te ensancha tanto el corazón que duele.
Cuadro: "La música" de Fco. Javier Villalobos Santos.
5 comentarios:
Dichosos los que podéis demostrar los sentimientos. A mi me cuesta, me cuesta mucho, demostrar lo que siento.
Besos, Anjanuca.
Dice una preciosa canción de Mercedes Sosa, que "hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, para que dentro nazcan cosas nuevas".
Besucos.
Hola y buenas noches.. es un placer disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, son las mejores.. un besote y buen domingo
En las cosas pequeñas está la felicidad.
Un beso.
Tejón, Balo, ¿Por qué las llamaremos "pequeñas cosas" cuando en realidad son tan grandes?
Besucos a los dos.
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