Soy la segunda de una tanda de veintidós primos. Por encima de mí está mi prima Marian que es tres años mayor. Cuando Marian acabó el instituto, decidió que quería seguir la tradición familiar: estudiaría odontología. Por aquellos tiempos en España se empezaba la carrera a los dieciocho años y, con especialidad y mucha suerte, se terminaba cerca de la edad de jubilarse así que, aprovechando que su economía familiar era algo más que solvente, se fue a cursar la carrera a Buenos Aires.
Todos los años por Navidad regresaba a casa para pasar las vacaciones en familia. Recuerdo que cuando su madre, mi tía, nos anunciaba "la semana que viene llega Marian" yo daba saltos de alegría. Independientemente del deseo de volver a verla y que me contase cosas de allá, la llegada de mi prima suponía dos cosas:
La primera que traía aquellas preciosas cajitas rojas, decoradas con unas muñecas rusas, de chocolate en rama de Bariloche. La primera vez que probé esas ramitas comenzó una de mis adicciones confesables. ¡Qué delicia! De verdad que intentaba que me durasen pero era imposible en una tarde sólo quedaba la caja.
Queda como anécdota en la familia que, cuando acabó la carrera, mientras todos la felicitaban a mí sólo se me ocurrió decir: ¡Se jodió el chocolate!
La segunda cosa que esperaba con los brazos abiertos eran esos libritos de tiras cómicas del humorista Fernando Sendra cuyo formato y estilo me recordaban a mi siempre amada Mafalda. Eran las historias de "Yo Matías". Las ilustraciones no son tan elaboradas como las del maestro Quino, son de trazos sencillos, casi infantiles, pero muy expresivos. Las viñetas reflejan las reflexiones, pensamientos, sentimientos y sentencias de un niño pequeñito que vive con su madre y que tiene como mascota un perro que es una botella. Matías es pura ternura e ironía.
De esto hace ya la friolera de casi 28 años´y bien pensé que nunca más volvería a disfrutar ni de las ramitas de chocolate ni de Matías (he intentado mil veces que mi prima me regalase los suyos, he llegado incluso usar las artes del vil chantaje, pero la muy egoísta nos los suelta ni borracha) pero, cosas del destino y la emigración hace tres años, encontré en internet la distribuidora en España de "Yo Matías" y, a través de mi librería, conseguí los cuatro libros que se han editado de momento aquí.
Como si fuese mi día de suerte, esa misma tarde, entré en una franquicia argentina MDQ a comprar unos sandwichitos de miga para cenar y en el expositor descubrí una preciosa caja roja, con unas muñequitas rusas en la tapa, de chocolate en rama de Bariloche.
Guardo mis "Yo Matías" como si de incunables se tratase. En cuanto al chocolate en rama de vez en cuando me doy unos atracones que, hasta yo me doy miedo.
11 comentarios:
Me di´ó mucha emoción, mis lágrimas ruedan por mi cara.
Yo he mandado regalos a muchos amigos y familiares que vivían y viven muy lejos de casa
Sé lo que significa recibir una golosina o un libro deseado... incluso "exporté" Mafalda escrita en "argentino" jajaja
Yo Matías es una delicia de ternura te dejo una dirección donde podés encontrar algunas tiras
Besos
http://www.todohistorietas.com.ar/matias.htm
Anjanuca...hay solo una soluciòn...Acà se crea y se publica Matias...acà estàn los chocolates de Bariloche...y Bariloche...Acà està el Tango...Acà hay muchos bandoneones...¿ que estàs esperando para venir a Argentina ya....? Yo acà te espero para que tambièn te guste el mate...abracito
No conocía ni lo uno ni lo otro, Anjanuca.
Si las ramitas de chocolate son tan buenas como "Yo, Matías", en cuanto tenga permiso de mi endocrina, creo que me voy a dar mucho más miedo que tú a ti misma.
¡Gracias, preciosa!
Que tengas muy buen día, semana, atracón de chocolate, de risa...
Pues cuidadin con el chocolate que se va a depositar alas cartucheras,avisada estas,mi señora es muy aficionada pero al puro ese negro y ami no me gusta.Porque no entiendo porque un dulce tiene que amargar.De comics soy mas de mortadelo y filemon,lei la mafalda pero tiene un sentido del humor un tanto sui generis que no me llama la atencion sera que soy un poco inculto y me gusta lo zafio.
Besos y a seguir disfrutando
¡Chocolaaaate! (léase con la entonación de Homer Simpson).
Muy bueno el Matías.
¡Ay Cantares! no sabes lo valioso que es un regalo de esos cuando estás lejos de tu tierra, Y mira que yo voy a casa a menudo pero siempre hace ilusión saber que el bolero miente al decir que la distancia es el olvido. Gracias por el link amiga.
Elba, estoy en ello. Si no fui antes a conocer Argentina fue por cuestión de plata, pero el año que viene iré a Oncativo (Córdoba) invitada por un amigo que celebra un encuentro de folkloristas que se llama "legisladores del alma". Aprovecharé para conocer dos lugares con los que sueño Salta y Buenos Aires.
Anderea, amiga, no hagas caso al endocrino ¡Qué sabrá ese de lo que es bueno! jajjaja
Jose Manuel a mi tampoco me gusta el chocolate negro. Tienes razón algo dulce no puede ser amargo. ¡Ah!, otro regalo de la vida, mi genética no sabe lo que es engordar. Por eso hago las burradas que hago comiendo jaaja.
Juan Nadie, lo leo con la entocación que tengo yo Chocolaaatteeeeeeee. Matías es la sensatez de la inocencia infantil. Me alegra que te haya gustado.
Besucos.
=)**
Nada, que me emocioné...
Besos!!
así me explico en parte el atractivo que tiene lo argentino para tí. Yo también tengo primas en Buenos Aires y para no quedarme atrás, también comí chocolatillos en esa chocolatería de Bariloche, tan famosa.
¡Vaya por Dios! Otra que se emocionó. Pero Pato, ¿por qué si el recuerdo es simpático?
¡Uy Nati! Si entrase en esa chocolatería me harían clienta del año jajaja. Con lo que me pierde el chocolate....
Besucos.
ooooh!! como me gusta lee tus escritos, y cuanta "envidia" sana me das...tienes esa sencilles que atrapa cuando escribes. Yo vivi en Bariloche, yo soy Barilochense por adopción y porque quieroooo!! y AMO BARILOCHE Y SUS CHOCOLATES. jajaja...Ya nos dademos un atracón juntas. Besitos
¡¡Miriam, cuando querás ese atracón!! Jajaja. Gracias por el halago.
Besucos.
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