Me gusta la playa a primerísima hora de la mañana. Suelo llegar a eso de las ocho y media o nueve, como muy tarde, de la mañana. A esa hora el agua está fresquita (en Mallorca el agua del mar nunca está fría), apenas hay gente, el sol no es fuerte y la temperatura es muy agradable.
A la playa llevo lo justo, toalla, libro y unos euros para tomarme una cañita en el chiringuito antes de regresar a casa a eso de las once.
Ayer, comentaba en la oficina que el domingo aluciné con todo lo que algunas personas necesitan para pasar un agradable día de playa. Ya estaba pensando si recoger mis cosas e irme o si quedarme media hora más, cuando llegaron tres parejas que se colocaron a mi lado. Toda la playa vacía y tuvieron que ponerse bien pegaditos a mí. Extendieron tres esterillas, encima, colocaron tres toallas, sobre ellas pusieron tres almohadas (con el logotipo del hotel) y todo esto lo rodearon con dos sombrillas, dos neveras con cervezas (las abrieron varias veces), dos bolsas del supermercado llenas de patatillas y diversas chucherías, tres sillas plegables, una colchoneta inflable, un disco de playa, un balón y una bolsa de lona enorme que no llegué a saber qué demonios contenía pero que tenía pinta de pesar tonelada y media. ¡Espectacular!. Mientras levantaban el campamento les oía hablar, rusos, y no pude evitar pensar: ¡No habrán venido desde San Petersburgo cargados con todo eso! No me quiero ni imaginar la cantidad y tamaño de las maletas.
Les decía a mis compañeros que es increíble la de trastos que mueve la gente en vacaciones. No hay mas que darse un paseo por el aeropuerto y ver cuántas parejas que viajan solas traen una enorme y pesadísima maleta por cada uno sobre las cuales suele ir un neceser, una bolsa de mano y un bolso cada uno. Yo he llegado a ver algún paraguas amarrado a la maleta, que ya me diréis para qué quiere nadie un paraguas en Mallorca en pleno mes de julio. Manías supongo.
La conversación dio para largo y para muchas risas. En medio de la conversación hice un movimiento brusco con la silla y mi bolso se cayó al suelo. Un compañero le recogió y me dice “¡Pero qué llevas aquí! ¿Piedras?”.
“No”, contesto yo con naturalidad. Lo normal: la cartera, un monedero para la chatarra, un libro, el MP3, un estuche con un bolígrafo y un lápiz, los cleanex, cepillo de dientes, cacao de labios, la crema protectora para la cicatriz de la muñeca, tabaco, mechero, el estuche con las gafas de sol, las llaves de casa y las del coche, un cuadernito pequeño, un sacapuntas y un destornillador pequeño de esos de relojero que puedes abrir el mango y dentro tiene diferentes puntas planas y de estrella. ¡Ah! y un pen-drive.
Esto pasó ayer y todavía hoy me miran y se descojonan de la risa.
Cuadro: "El grande al chico".
Artista: Lili Devo.
8 comentarios:
Ja, ja, ja... No sé qué de la paja y la viga...
Por si acaso tus carcajadas se oyen hasta en Apatamonasterio, no diré qué se puede encontrar una en mi bolso, además de todo eso que tú has enumerado.
Un abrazo, prenda.
En la playa al final nos hacen falta las mismas cosas que en casa.
Lo del bolso...ja,ja,ja.
Un abrazo y muchos besos.
La verdad es que las mujeres llevan en los bolsos es de pelicula,yo ahora porque llevo al nieto y necesita parafernalia que yo cuando iva a la playa con mi parienta la toalla y el bañador,y con eso la toalla de adorno porque como no tomo el sol esta para ocupar sitio nada mas.Cualquier dia viendo los bolsos que se ven aparecera cualquier cosa...
Besos y eso de q ue en el Mediterrananeo el agua no esta fria....por la Costa Brava que se bañen los catalanes
Yo siempre he dicho que los bolsos que llevais son como el arca de Noé, entraría una pareja de cada especie, jajaja.
A ver con que bolso te veo el domingo.
Un besuco, te esperamos.
¡Ay Anderea! viga pero de roble. Cuenta, cuenta lo que llevas tú jajaja.
Senovilla, a veces en vez de a la playa parece que nos vamos de mudanza.
Juan Manuel, con niños lo entiendo. En mi bolso a veces hay cosas que hasta yo misma me asombro.
¡Uy Tejón! y eso que el mio está desordenado, cuando me pongo y le ordeno no sabes la de espacio que me queda para meter más cosas. ¡Qué ganas tengo de veros paisanuco!
Besucos.
Como me gusta el tema, yo que sé prescindir de muchas cosas y viajar ligera de equipaje (me llevo una mochilita pequeña para un mes de viaje...) me juré hace muchos años no cargar nunca con la maleta del pesado o la pesada de al lado, pero no siempre lo consigo y me encuentro ayudando a acomodar quilos odiosos de trastos innecesarios... El juramento me lo hice en el 74: acompañaba en el tren de Barcelona a Bilbao,de vagón en vagón a la directora de mi cole que perseguía al revisor porque quería cambiar la libera por coche cama. Me cargó con su neceser (por supuesto más grande que mi equipaje), y con el traqueteo se abrió, desparramándose los mil potingues que yo nunca he usado ni he querido saber para que sirven... Dios que humillación! por el suelo del tren recogiendo pintalabios, cremas y gorritos de ducha... que rodabande un exptremo a otro de aquellas plataformas que unian los vagones....
jajajajaja es la segunda vez en la vida que encuentro alguien que puede tener como yo un destornillador en el bolso de mano jajajajajajajaja genial! ahora hice más liviana la carga porque me trae problemas de cervicales... años de cargar mil cosas jaja
Me encantó!
Besos
Jajaja parece que te estoy viendoo Nati. Yo con una mochilita no sé viajar pero con una maleta del tamaño de un camión tampoco.
Cantares, ¿A que es muy práctico llevar un destornillador? No nos entienden.
Besucos
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