jueves, 23 de julio de 2009

Gustazos.

Gustazos los que me he estoy dando esta semana. Digo “me estoy dando” porque todavía estamos a jueves y queda mucho por delante.

El martes estuve asistí a un homenaje que Nati de Grado y Barbara Wallus rindieron a Mario Benedetti en el magnífico escenario de Valldemossa.

Nati hizo una selección exquisita de textos del libro “Vivir adrede” y de los Haikus del escritor. Con esa voz serena que la caracteriza Nati nos tuvo bien calladitos y atentos hasta el final y nos dejó con ganas de mucho, mucho más. Esto es lo malo de Nati, que nunca te sacias, siempre te quedas con ganas de más.

Como Nati es mucha Nati, nos regaló a todos los asistentes un punto de libro en cuyo reverso, y de su puño y letra, había escrito un Haiku de Benedetti. Guardo el mío como un tesoro.

No le podía faltar a Don Mario la música de Vivaldi y de ello se encargó Bárbara quien además provocó la anécdota de la noche. Bueno ella no, su violín que, a medio recital, decidió tomarse un descanso y para ello hizo que una cuerda se rompiese. Y, nuestra Bárbara que es una profesional, se retiró cinco minutitos para poner una nueva cuerda y afinarla. No sé que le diría a su violín pero cuando regresó la música fue más intensa, más música, más Vivaldi.




Y el miércoles por la noche estuve en el bar Sa Cova de Santanyí para volver a disfrutar de nuevo de Sergio Bustos y Lepoldo Juanes. Esta vez acompañados por teclado, acordeón y chelo.

Al llegar al bar veo en la puerta de entrada esta maravilla de cartel:

Como podréis imaginaros nada más leer esto predije que la noche iba a ser especial. Y así fue. La música, el lugar y la gente formaron un todo inolvidable.

Otros dos momentos para guardar en mi cajita de concha de caracola.

Música: "Yo vengo a ofrecer mi corazón" (Fito Páez).
Artistas: Sergio Bustos y Leopoldo Juanes.

sábado, 18 de julio de 2009

Cultura Vs Muñoz Seca.

Estaba dando una vuelta por esta vuestra casa, pensando que quizás sería buena idea añadir algún mueble más porque veo las paredes muy blancas, y me he dado cuenta de que tengo un poco olvidadas las anécdotas de nuestros escritores.

Así que hoy vamos a poner un “cotilleo” sobre Don Pedro Muñoz Seca autor de “La venganza de Don Mendo”, maravillosa caricatura de tragedia que si no habéis leído, os recomiendo que hagáis. La carcajada está asegurada.

Pues bien, vamos allá:

Cuentan que Don Pedro Muñoz Seca recibió una carta del Ministerio de Cultura que decía:

“"Estimado Sr. Muñoz Seca:
[...] Sin duda, usted es un escritor de gran popularidad, por lo que resulta especialmente lamentable que a menudo el lenguaje empleado en sus obras sea tan vulgar y malsonante [...]"

(Como veréis ya por aquellos tiempos el Ministerio de “Cultura” apuntaba maneras.)

A los pocos días el ministro de Cultura recibió respuesta del señor Muñoz Seca:

"Estimado Sr. Ministro:
En este mismo instante, tengo su carta delante; en breves momentos la tendré detrás".

Vamos que, como dirían los infantones de “La venganza de Don Mendo”:

¡Pobres locos!...
Para asaltar torreones,
cuatro Quiñones son pocos.
¡Hacen falta más Quiñones!

Ejem, ejem...


"La mujer y la sardina,
ha de ser santanderina"

Sin ánimo de ofender pero, ¿verdad que el refranero es sabio? :)

Cuadro: "El entierro de la sardina"
Autor: Francisco de Goya.

martes, 14 de julio de 2009

Momentos.


Desearía tener una cajita de concha de caracola, que al abrirse dejase escapar el rumor de las olas de mi Cantábrico y el olor del salitre cuando rompen en la costa.

Una cajita mágica donde poder guardar todos esos grandes momentos que la vida me va regalando: una luna nueva plateada reflejándose en el mar, millones de estrellas iluminando una noche oscura en el monte, una conversación intensa, un abrazo inesperado, el hormigueo que dejó un beso que “casi” pero “mejor no”, una mirada cómplice, una sonrisa cálida, una palabra al oído, el frescor de la risa de un niño, la alegría de recibir un libro, la ternura de las manos de mis padres, un guiño travieso, la emoción de un poema lejos de la tierra de uno, sus canciones en una noche cálida de verano, la sensualidad de tus manos acariciando las cuerdas de la guitarra… Una cajita donde guardar este tango que me recordó a vos.

lunes, 13 de julio de 2009

¡Hombres y mujeres de poca fe!

Hace años, mi familia tenía el único ultramarinos que había en el pueblo. Aún lo recuerdo: una única estancia de forma rectangular, con una barra de madera descolorida por los años y la lejía que ocupaba el frente y uno de los laterales. En la parte lateral de la barra, según se entraba a la izquierda, se podía ver la mesa de trabajo donde mi padre llevaba las cuentas y una estantería de esas tipo mecano donde descansaban los A-Z con las facturas y el polvo. De frente, la barra se dividía en dos: la parte donde se atendía a las amas de casa que venían a hacer las compras y la parte dedicada a tasca.

Todavía conservo la imagen de la gente del pueblo llegando al atardecer, después de una dura jornada de trabajo en el campo, para reunirse en el bar a tomar un vino, las mujeres tomaban mosto por supuesto, y comentar las novedades del día.

Nos contaba mi padre que uno de los hechos históricos más importantes de mi pueblo fue aquel en que se instaló en el bar la primera y única televisión de lugar. ¡Imagínense! ¡¿Cómo hacían para meter a toda esa gente en esa caja?! Sería buena idea hacer un libro de todas las anécdotas que aquel diabólico aparato provocó.

Pero hoy nos vamos a centrar en un día clave en la historia de nuestra televisión. La llegada del hombre a la luna. Ahí es ná. ¡Vamos hombre, eso es imposible! Que el tipo ese disfrazado de mamarracho y dando saltitos cual canguro australiano estuviese en la luna… ¡Eso no hay quien se lo crea! El gobierno ya no sabe qué inventarse para tenernos distraídos de lo que pasa en el país. Aunque, dice mi padre muerto de risa, que algunos sí que se lo creyeron porque si lo dice la tele será verdad ¿no? Además el Telediario es una cosa seria, aquí no hacen bromas. Unos que sí, que era cierto, otros que no, que era imposible. Hubo de todo.

En si el hombre había pisado la luna o no, había ciertas dudas, pero en lo que todo el mundo estaba de acuerdo era en lo de la comida de los astronautas. Eso si que era imposible. Vamos a ver, ¿les iban a hacer creer a ellos que estos aventureros espaciales comían lo mismo que ellos pero en pastillas? ¡Anda ya! ¿Cómo se mete un plato de alubias con morcilla o unos buenos huevos fritos con chorizo en una pastilla? Hombre, una cosa es una cosa, y otra cosa es otra. Por ahí no tragaba nadie, que somos de pueblo pero no tontos.



Hoy 13 de julio de 2009, cuarenta años después de la llegada del hombre a la luna, parece ser que todavía hay quien tiene sus más y sus menos al respecto. Por eso nuestro querido amigo Eugenio Fernández Aguilar ha decidido publicar un libro que nos ayudará a depejar dudas sobre el tema. El libro se titula “La conspiración lunar. ¡Vaya timo!” y está a la venta desde hoy en www.laetoli.net/col_timo.htm .

Yo voy a hacer mi pedido ahora mismo, sobre todo para que me aclare lo de la comida. Una es, entre otras cosas, ama de su casa y le preocupa la salud de estos chicos espaciales, así que espero que Eugenio haya dedicado un apartado al tema. Si no es así, le propongo el próximo título “Jornadas gastronómicas en la luna. ¡Vaya timo!”.

Eugenio, te daré mi opinión en cuanto lo haya leído, pero de momento sólo te puedo prometer que le voy a leer con cariño y con el orgullo de saber que es un libro escrito por un amigo.

Te deseo el mejor de los éxitos.

viernes, 3 de julio de 2009

Aquí está lo prometido.

Ya sé que lo que pedíais era vídeo, pero lo único que tengo es disco. Así que “como lo prometido es deuda” y “nunca es tarde si la dicha es buena”… Esta entrada de hoy está dedicada a Balovega y Anderea.

La canción se titula “El sueño de la vendimia”, letra de Ismael Guerrero y música de Jorge Viñas. Está dedicada a la madre tierra y a los vendimiadores y gentes que la trabajan con amor.

Los intérpretes: Sergio Bustos (voz) y Leopoldo Juanes (guitarra).

Espero que os guste.