jueves, 30 de abril de 2009

El misterio de la creación.


Al periodo en el cual llegamos y partimos
ni se ve el comienzo ni el fin se vislumbra;
y no hay nadie que pueda decirnos de verdad
de dónde procedemos ni a dónde partiremos.

Omar Jayyam.
Robaiyyat.

Foto: Anjanuca.

domingo, 26 de abril de 2009

Bienvenida.

Ha nacido Ainhoa. No la conozco aún pero sé que es preciosa. Ha sido deseada y, a partir de ahora, es querida para siempre, es ya una mujercita afortunada.

Ya que, de momento, no puedo darla un besuco la doy la bienvenida con una canción.

Cuando tú nazcas abre los ojos
toma la vida, es para tí
un mundo entero para que juegues
para que crezcas libre y feliz
todo un planeta entre tus manos
cuando tu vueles fuera de mí
Cuando tú nazcas ojalá puedas ver el sol
y si aún existe el mar tan azul como duerme hoy
y que la lluvia
salte pura sobre tu piel
que aún sople el viento
y que juegues con él
y que la nieve
caiga blanca por Navidad
cuando tú nazcas
que tú nazcas en paz
Ojalá que puedas conocer
los veranos que he vivido yo
y esos libros viejos que guardé
pensando en tí hijo mío
que los bosques sigan donde están
que aún exista el dulce olor a pan
ojalá que quede para tí un mundo como el mío
que la luna siga siempre ahí
vuelen las estrellas sobre tí
ojalá te quede todavía un mundo como el mío.







Canción: Cuando tú nazcas.

Intérprete: Mocedades.

jueves, 23 de abril de 2009

Día Internacional del Libro.

Hoy es St. Jordi. Dice la tradición que los señores deben de regalar una rosa a las señoras y éstas un libro a libro a los señores. No, no le busquen tres pies al gato, no es una tradición machista, tiene su lógica. Esta bonita tradición nos llega desde la Edad Media donde la cultura no estaba al alcance de todos y menos aún de las mujeres. Como los tiempos, gracias a Dios, han cambiado yo les aconsejo que sigan la tradición pero le den un toque de modernidad: regalen – regálense un libro y una rosa.


Yo acabo de disfrutar de un paseo maravilloso por las calles de Palma. El día nos ha regalado un sol precioso y una brisita dulce para acompañar el paseo. ¡Qué bonitas estaban las calles Olmos, San Miguel y la Plaza Mayor adornadas por los puestos de las librerías! Libros y rosas por todas las partes mezclándose con las obras de los artistas callejeros. Un paraíso.

Estas han sido mis compras:

- “El lector” de Berhard Schlink.


- “Robaiyyat”. Una selección de preciosos poemas en lengua farsi traducidos, lógicamente al castellano.


- “Jaikus”. Una selección de estos pequeños poemas japoneses, también traducidos al castellano.

Así que, ¡venga! No sean ustedes perezosos y vayan a celebrar el Día Internacional del Libro.

¡Ah! Y que no se les olvide felicitar a los Jorges o Jordis que conozcan. Desde aquí les enviamos una cariñosa felicitación a todos.

Y por si todavía se lo están pensando, aquí dejo una buena razón para comprar un libro.


martes, 21 de abril de 2009

Mayores.


De mi padre he heredado el gusto por los libros de costumbres, por los refranes y los dichos populares, por las historias, leyendas y anécdotas de las gentes sencillas de los pueblos, y el placer de escuchar a la gente mayor. A lo largo de estos últimos meses he podido disfrutar de todas estas cosas más que un niño con bicicleta nueva, bueno hoy en día quizás sea más acertado decir que he disfrutado más que un niño con PSP nueva.

Escuchar a nuestros mayores está cada vez más en desuso y es una pena porque son muchas las cosas que tienen que contarnos y de las que tenemos que aprender. El paso de los días y cómo los vivimos es una fuente inagotable de experiencia que se acumula en nuestras vidas y creo que esa experiencia es del todo inútil si no se transmite a los demás. ¿De qué sirve tener algo si no lo podemos compartir? Además siempre he pensado que los puntos de vista diferentes a los nuestros son interesantes puesto que puede llevarnos a afirmar nuestras creencias o para replanteárnoslas y poder caminar hacia mejores sendas, o simplemente para hacernos dar cuenta de que una misma pregunta puede tener varias respuestas razonadas con acierto.

Esta Semana Santa me he visto en una de esas situaciones que te hacen pensar que los dos puntos de vista son acertados y que ambos tienen su razón.

Paseando una tarde con mi madre por los caminos de mi pueblo nos encontramos con una vecina que se unió a nosotras. Esta señora, de unos ochenta años, bajita, con la cara llena de arrugas que cuentan la historia de su vida no siempre fácil, de sonrisa dulce y ojos curiosos, no tuvo la oportunidad de estudiar desde niña trabajó duro en el campo y de joven se casó y trabajó aún más duro para “sacar adelante” a su familia. No es una mujer de ciencia ni tampoco de leyes, pero tiene esa sabiduría aprendida de la vida y su vida se rige por unos valores humanos y éticos que ya casi no se ven pero que la gente sencilla y humilde de los pueblos aún conserva e intenta inculcar a sus descendientes. Si para nosotros, ciudadanos de los siglos XX y XXI la vida y sus valores cambian a una velocidad de vértigo no quiero pensar a la velocidad que cambian para alguien de la edad de mi vecina.

Durante el paseo, contaba mi vecina que el día anterior habían enterrado a su hermano mayor y que estaba, además de triste, muy enfadada por el comportamiento de sus sobrinos.

Le pregunta mi madre qué es lo que habían hecho que fuese tan grave y esta fue la respuesta:

- ¡Le han “encenizado”! y encima le han metido en un puchero y le van a tirar por no sé dónde.

Le parecía una actitud del todo irrespetuosa. ¿Dónde lloraría ahora ella la falta de su hermano? ¿Dónde le llevaría ella un ramo de flores el día de su cumpleaños? ¿Por qué no podía su hermano descansar en una tumba a la que ella se pudiese acercar y rezar una oración y apoyar su mano para darle calor y recordarle que nunca le olvida? ¿Realmente lloraría alguien a su hermano, rezará alguien una oración por su alma o por el contrario, al hacerle desaparecer de esa manera, le olvidarían?

Yo, unos cincuenta años más joven, quisiera que, llegada la hora, me “encenicen”. Que parte de mí navegue por las bravías aguas de mi mar Cantábrico y que las olas me dejen en la playa para luego recogerme y llevarme a lejanos países. Que otra parte pueda descansar en los bosques del Cincho, el monte de mi pueblo, a la sombra de castaños y hayas, junto a los corzos, los jabalíes, las ardillas y los pájaros. Quisiera que así fuese para que cuando uno de los míos piense en mí no me eche en falta, que piense que esa brisa que le está rodeando es mi espíritu que llega del mar o del monte para abrazarles y reconfortarles y para sentarse con ellos a disfrutar del color del atardecer.

Así se lo expuse a Carmen, mi vecina, con el ánimo de quitarla el disgusto. Lo entendió igual que yo la entendí a ella.

Dos generaciones completamente distintas, dos puntos de vista diferentes y la oportunidad de habernos escuchado y haber aprendido la una de la otra.

lunes, 20 de abril de 2009

Tiempo de reflexión.

“Todo lo que ocurre, desde lo más grande a lo más chico,
ocurre necesariamente.”

Arthur Schopehauer.




Lo mejor de estos largos meses, en que por culpa de un accidente de lo más tonto he tenido que estar apartada de tantas cosas, ha sido el poder disponer de un tiempo precioso e ilimitado que me ha permitido disfrutar en profundidad tanto de mi gente como de mi misma.

Pero quizás una de las cosas más bonitas y que más me han ayudado a sobrellevar la preocupación de mi operación y de su lenta recuperación habéis sido vosotros, todos los que habéis estado preocupados por mi salud. Vosotros conocidos y desconocidos.

A pesar de que la vida nos ha llevado por diferentes caminos y no siempre es posible encontrarnos, mis amigos de la infancia han corrido la voz y unos se han encargado de venir a buscarme para llevarme a tomar un café, otros me han hecho una visita “aprovechando que pasaba cerca”, otros se han acordado de que me gusta leer y me han traído libros para que estuviese entretenida…. A pesar del tiempo y de que sus vidas han tomado un rumbo bien diferente de la mía y hace mucho que no nos veíamos, siguen ahí, a la hora de la verdad no fallan. No me olvidan como yo no les olvido.

Y luego estáis vosotros, nuevos amigos que he ido conociendo a través de este aún misterioso mundo de la red. Gente con la que sólo mantengo contacto a través de sus blogs o a través de un foro de lectura. Gente que en muchos casos no tienen nombre, sólo un nick, y de la que no conozco casi ninguna cara o voz. Y sin embargo ahí habéis estado, al pie del cañón, con vuestros e-mails de ánimo, mensajes cariñosos en esta casa, deseos de pronta recuperación y ánimos a raudales me habéis enviado.

Una de estas personas, conocida de la red a través de un foro de lectura, me llamaba por teléfono a menudo para hablar un ratito. Sus llamadas han sido como un baño de agua fresca en una calurosa tarde de verano. Pero no contenta con eso, hace una semana se presentó en mi casa con su pareja para conocerme y tomar un café. No puedo describiros la ilusión que me hizo su visita y el rato tan entrañable que pasé con ellos.

Y de repente me he dado cuenta de que las ausencias no son importantes sólo duelen. Lo importante son las presencias. Importantes son aquellos que son lo suficientemente generosos como para dejar a parte sus problemas cotidianos y dedicarte su tiempo con el único fin de hacerte sentir bien.

Os cuento esto porque los meses de recuperación y rehabilitación de mi mano se han acabado y vuelvo a abrir la puerta y las ventanas de esta casa para vosotros. Y he creído que es justo y necesario comenzar dándoos las gracias a todos por el cariño, el apoyo y las risas que tan importantes han sido para poder sobrellevar todo.

Gracias.