miércoles, 23 de enero de 2013

Cartas al Rey de la Cabina – Luis Pescetti.

Sabiendo que me gusta mucho el cantante Juan Quintero, hace unos meses un amigo me envió un video y me dijo: mira esto, seguro que te va a gustar.

En el video Juan Quintero tiene un mano a mano de poesía y música con el escritor Luis Pescetti.

Conocía un poco la faceta literaria de Pescetti a través de alguno de sus cuentos infantiles pero desconocía por completo su faceta poética y el video me maravilló.

Así supe de "Cartas al Rey de la Cabina".

Pasé varios días buscando el libro por internet y, para mi sorpresa y por motivos que aún no llego a comprender, en todas las páginas donde le encontraba se vendía a un precio desorbitado: desde los 85 hasta los 200 dólares vi toda una gama de precios que asustaban a cual más. Pero se me ocurrió mirar en Amazon, la mayor librería virtual del mundo, y ahí estaba al módico precio de 12 € más gastos de envío. A los tres días el libro estaba en mis manos.

¡Qué preciosidad! el formato, el papel suavecito y de calidad que llama a la caricia, la belleza de la sencillez de las ilustraciones… Todo a primera vista me hacía pesar que "Cartas al Rey de la Cabina" iba a ser uno de esos libros que se aferran al alma. Y así ha sido.

Os dejo a continuación la presentación que hizo del libro la editorial porque me parece una opinión clara y acertada de él.

A lo largo de veintidós cartas, el libro expresa con hondo lirismo el sentir de una joven ante su primer desengaño amoroso. Su vida, llena de expectativas, de pronto se ve desbordada por la falta de reciprocidad. A través de sus cartas, en prosa poética, la joven interpela e insiste ante su amado para entender. Quiere comprender, saber, explicarse qué ocurrió, qué alejó al Rey de la Cabina de su lado. La joven, Paloma, siente que el modo de distanciarse del mundo, en lo alto de una cabina de una grúa, se parece bastante a su desapego amoroso. Ella cree, intuye, se convence, de que él, Antonio, huye por temor al compromiso; pero no por un temor cómodo, sino por un exceso de responsabilidad. Al Rey de la Cabina le pesa la diferencia de edad entre ellos.

Baja de tu grúa a estirar los brazos.

Ven a ver cómo falla, también, la primavera.

Esta tarde han fracasado los árboles, los choferes, el alumbrado público,

los amantes, los jardines, el cemento, la lluvia, las monedas sucias, los locutores de televisión, el azul. Todos vaciaron su propia derrota y

¿sabes qué?

no pasó nada

nada

nada

nada.

Cartas al Rey de la Cabina es un libro para atesorar, un objeto bellísimo con imágenes muy evocativas que recuerda los diarios íntimos y los cuadernos de notas, solo que en esta oportunidad, es el escenario de una historia de amor como la que muchos de los lectores siguen añorando.

Los lectores encontrarán un Pescetti desconocido para gran parte del público, en una cuerda muy sensible, emotiva, profunda y serena.

Estas cartas fueron escritas en otro tiempo,

y estaban dirigidas a alguien que por miedo y por amor, huyó.

Sólo supe que me seguía amando,

y soplé tan fuerte que las cartas subieron hasta su cabina

como podrían haber llegado, también, a cualquier lugar del mundo al que su corazón

de náufrago

hubiera querido que, por favor, llegaran.

Paloma

Entonces, ¿cuál es nuestra pequeña pelea, mi querido Rey de la Cabina? Recuérdamela,

¿cuál era tu pequeño enojo y el mío, con el mundo? ¿Qué diminuta piedra en el zapato se nos hizo tanto padecimiento?

Sonrío.

Paloma

La editorial recomienda el libro a “los jóvenes y adolescentes, para los jóvenes adultos y para los adultos y el público general que sea capaz de sentir empatía con una historia que mezcla tanto sentir y pensar sobre el amor”.

Como el amor, tierno, agridulce, doloroso, entrañable, acogedor, lleno de dudas y de verdades… Un libro para el recuerdo, para sentir y revivir.

Empieza el año lector con un magnífico sabor de boca.

jueves, 17 de enero de 2013

Cartas de amor – Jorge Guillem

Esas cartas de amor
que leen otros,
esas cartas que, frías y desnudas,
resistiéndose tiemblan
de vergüenza
frente a los ojos que
entrevén obscenos
los actos inocentes,
los más puros,
esas cartas raptadas, violadas
quizá por otro amor —irresistible.

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