No os imagináis cómo me molesta que después de haber disfrutado con un libro el siguiente me salga rana. Si, como este mes, son los dos siguientes … menudo mosqueo que me entra.
Había acabado "Una muñeca rusa" de Bioy Casares, unos preciosos cuentos que me han hecho pasar unos ratos realmente buenos, y quise cambiar de género así que, de entre todos los que se acumulan en la mesa de pendientes, elegí una novela:
"El cementerio de Praga" de Umberto Eco. De verdad que he hecho un esfuerzo enorme por llegar al final pero he sido incapaz. Cuando andaba por la página trescientos y pico, y he visto que aún me quedaba casi otras tantas, por poco me da un patatús. ¡Por Dios qué bodrio! No recuerdo haber tenido entre manos algo tan pesado, tan lento, tan espeso, en mi vida. Y mira que al principio prometía pero, lo digo en serio, ha sido superior a mis fuerzas. Por cuestión de salud mental he tenido que cerrarle y condenarle a los infiernos.
La siguiente elección fue "La Librería" de Penelope Fitzgerald. Recuerdo que le compré atraída por el título y por ese Cottage inglés tan bonito que lucía en la portada. Además el resumen de la contraportada prometía una bonita historia. Pues tengo la sensación de haber comprado el borrador del libro. Todos los capítulos, descripciones de personajes y paisajes parecen inacabados. En todo te quedas a medias. Una pena porque el libro podía haber dado para mucho más pero parece que la autora se cansó de escribir.
Bueno, a ver si con el siguiente hay más suerte.