jueves, 17 de febrero de 2011

Por unos miserables euros.

Hace unos días, en no sé qué periódico, leí la noticia de que una escritora argentina llamada Ana María Shua iba a impartir un taller de micro-relato en una ciudad de España (ahora no recuerdo cuál). Nunca había ido hablar de esta escritora así que me senté frente al ordenador para dar rienda suelta a mi curiosidad. Lo primero que encontré fue la página oficial de la autora. Lo habitual: biografía, premios, publicaciones… pero ni un sólo fragmento de alguna de sus obras que me diese una idea de si  podría interesarme. Seguí merodeando y, por fin, encontré un lugar donde se mostraban algunos de sus mini relatos. A cada línea leída, el "gusanillo" empezaba a hacerme cosquillas en el estómago. ¡Qué buenos!

Volví a la página de la autora y tomé nota de los títulos que tiene publicados únicamente con micro-relatos. Como estaba claro que no me podía permitir comprar todos de la atacada, selecciono dos que me han llamado la atención por los títulos, "Cazadores de letras" y "La sueñera", y anoté el resto en un pequeño cuaderno que tengo para apuntar los que ahora no puedo pero ya caerán.

El miércoles pasado fui a mi librería para encargarlos y, ooohhhh, sólo uno de ellos "Cazadores de letras" estaba publicado en España. En eses momento me acordé que una amiga está Buenos Aires así que le dije a mi librero: "no pasa nada, una amiga está en Argentina le enviaré por mail el título y ella me le traerá. De momento encarga éste."

El lunes recibí un mensaje en mi teléfono. Mi librero me decía que "Cazadores de letras" de Ana María Shua ya estaba aquí y que podía pasar a por él cuando quisiera. Esa misma tarde ya estaba en la librería.

De regreso a casa estuve todo el camino maldiciendo a todas las editoriales del mundo. 29 euros, VEIN-TI-NUE-VE, ¡mil duros! es es lo que me acababa de costar el libro (siempre protesto por lo caros que son los libros, aunque reconozco que es el dinero que menos me duele gastar). Sólo les deseaba una cosa, que tuviesen que gastar hasta el último céntimo de mis 29 euros en medicinas. Al ser posible en medicinas para curar las almorranas.

Ya en casa, comencé a acariciar mi nueva adquisición y a ojear sus páginas sin orden alguno cuando me dí cuenta de que había algo… ¡Anda! pero si el libro… ¡reúne todos, todos,  los libros de micro-relatos de Ana María Shua!: "La sueñera", "Casa de Geishas", "Botánica del caos" y "Temporada de fantasmas" y para colmo, incluye un grupo de inéditos titulado "Fenómenos de circo". ¡Olé, olé y olé!

Cuando una se equivoca, se equivoca. Por lo tanto, creo que lo que toca en este caso es pedir disculpas públicas a todos los editores del mundo por haberlos maldecido con tanto ensañamiento por la miserable cantidad de 29 euros que me ha costado mi maravilloso libro. No fui justa. Lo siento, de verdad.

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domingo, 13 de febrero de 2011

Entre pucheros.

Esta semana ha llegado a mi casa, regalo sorpresa de mi madre, un horno y una vitrocerámica.  Estoy más contenta que un niño con zapatos nuevos.

Así que la lectura de este fin de semana ha ido alternando los manuales de “desinstrucciones” con los libros de cocina.  

De los supuestos manuales de instrucciones mejor ni hablo. Cuanto más los leo más me lio así que siempre acabo por apartarlos a un lado y probando todos los botones hasta que consigo hacer funcionar el aparato. Hace años que he llegado a la conclusión de que, salvo los de Ikea que son clarísimos, los demás no me sirven nada más que para confundirme y cabrearme. Y como el fin de semana ha sido fantástico pues no quiero enfadarme pensando en ellos, así que prefiero hablaros de mis libros de cocina.

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Probablemente son, de todos mis libros, los que utilizo más a menudo (ya os comenté que cocinar es una de mis aficiones, activa mis sentidos y me relaja). Los tengo colocados en la cocina, en una estantería que me hizo un amigo a propósito para colocarlos y tenerlos a mano.

libro cocina antiguoEl primer libro de cocina que tuve fue el que siempre vi en manos de mi madre y que, cuando me independicé, ella me regaló. Este año se le he regalado yo a mi hermano pequeño que también  disfruta cocinando y que ha decidido que ya tiene años para vivir por su cuenta. Se trata del libro de cocina de la Sección Femenina. Todo un clásico. Sus recetas son las clásicas de la cocina de nuestras madres y abuelas. Posee un amplio recetario y es estupendo para empezar a experimentar por los fogones.

 

Cuando ya dominaba el tema de las lentejas, alubias, garbanzos, estofados… me hice seguidora fiel del programa de Karlos Arguiñano y, cansada de escribir sus televisivas recetas a todo correr frente a la tele, compré uno de sus recetarios. El recetario de Arguiñano me gusta por su originalidad y su sencillez y porque los ingredientes que utiliza en sus platos se pueden comprar en el ultramarinos de mi barrio. Cuando uso el libro de Arguiñano suelo poner boleros y rancheras de música de fondo. Es que no puedo evitar imaginármele cantando en el programa. Nunca he escuchado a nadie destrozar un bolero con tanto estilo y elegancia. Me encanta.

  Arguiñano

Servidora es nieta de una abuela que tenía en casa ocho hijos, un marido, una hermana soltera y sus padres y como buena administradora de su hogar era capaz de afeitar un huevo al aire y sacar pelo. Yo he heredado algo de esto. Y así lo debieron de pensar sus Majestades los Reyes Magos el año que me regalaron las recetas de cocina y las de repostería de las Hermanas Clarisas.  Hay que ver lo que las sores son capaces de hacer con las sobras de la nevera o con un trozo de pan duro. Los recetarios de las Hermanas Clarisas sólo tienen un pequeño problema: al igual que nuestras madres y abuelas, en alguna de las recetas utilizan su propio sistema de medida. Ellas no se manejan con gramos, kilos o centilitros. No, ellas hablan de trozos, poquitos, chorros, pizcas…. Y, por supuesto, sus hornos jamás están a 250º, sus hornos están “más o menos a punto”. Pero una vez que le coges el truco no os imagináis la de  maravillas que enseñan esas monjitas. Además ambos recetarios están ilustrados con unas monjitas simpatiquísimas obra de Sor Isabel.

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También tengo mi propio recetario, personalizado con mi nombre, que me regalaron hace tiempo y en el que voy anotando esos platos que me enseñan mis amigos como la pasta de las empanadas argentinas y su relleno, o recetas de tradición familiar como las galletucas de mantequilla, las rosquillas de anís de mi niñez o los diferentes adobes para las carnes que hacía mi bisabuela. En este recetario guardo auténticos tesoros culinarios.

Con el tiempo he ido adquiriendo otros libros de cocina, pero quizás sean estos cuatro libros, junto con mi propio recetario, los que más utilizo y a los que más cariño tengo.

Pero a pesar de la gran ayuda que son los libros de cocina, no debéis olvidar que…

"A quien cuece y amasa, de todo le pasa."

miércoles, 2 de febrero de 2011

No hay vuelta atrás.

Can Corbella - Jaime III

"…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida”.

(Gabriel García Márquez)

Foto: Can Corbella – Palma de Mallorca.