Supongo que cuando el jefe Senovilla y el liante de Angel Cabrera me retaron con aquello de “¿Qué es para ti la Convivencia?” lo que realmente querían decir es “qué creo yo que es necesario para que la convivencia sea buena”. Porque si es lo primero la respuesta es fácil, sólo hay que desenfundar el diccionario:
Convivencia: Acción de convivir.
Convivir: Vivir en compañía de otros u otros.
¡Ea! Si me ciño a la pregunta, he acabado rápido los deberes. Pero me temo que, los arriba mencionados, aprovechándose de mi ingenuidad y buena fe (ejém) me han embaucado y no se van a conformar sólo con esto. La verdad es que creo que el tema da para mucho, pero no tengo tanto espacio para escribir todo lo que pienso ni creo que vosotros tengáis tanta paciencia para leerlo. Así que vamos a ver si puedo ser breve y, a la vez, explicarme correctamente. De todas las formas si surgen dudas o quedan vacíos siempre podemos liar una buena tertulia en los comentarios. Allá voy:
Para mí, la buena convivencia se debe apoyar en tres puntos: Respeto, Educación (entendiendo esta no sólo como cortesía y urbanidad sino también como conocimientos) y, por último, Generosidad.
Todos los días prensa escrita, televisión, radio, famosillos de última categoría, políticos manipuladores y otros muchos carroñeros, nos recuerdan que en la vida podemos ser y tener lo que queramos. Y lo peor de todo es que parece ser que para ello no importa a quien nos llevamos por delante en nuestro intento. Todo vale con tal de que consigamos ser y tener todo lo que deseemos.
Y pasa lo que pasa. Porque, como decía mi abuela, en esta vida no se puede tener todo. Aun a costa de perder los escrúpulos y la decencia no siempre conseguimos lo que queremos. Por eso, cuando la realidad nos abofetea llegan las depresiones y la búsqueda de culpables y ello lleva a los odios, los rencores, el desprecio por todo lo que no es cómo nosotros queremos o pensamos que tiene que ser. Así es como nacen los autoritarismos, las dictaduras, las anarquías y el caos. La deshumanización.
Pero ¿Qué pasaría si empezamos a respetar las elecciones ajenas de vida como si fuesen las nuestras propias? ¿Qué pasaría si nos molestásemos en escuchar a nuestros vecinos para aprender y enriquecer nuestras vidas con lo que tienen que enseñarnos y compartiésemos con ellos lo que tenemos nosotros? Y si aprendiésemos a ceder de vez en cuando en lugar de imponer siempre nuestra santa voluntad ¿qué creéis que pasaría?
Un mosaico está formado por piezas multicolores que son, por si solas, pequeñas, insignificantes y a veces hasta feas pero cuando se unen unas a otras el resultado es una obra de arte de una belleza espectacular.
Respetar, aprender y ser generoso con otras culturas, otros puntos de vista, otras elecciones diferentes a las nuestras propias puede ser, si somos inteligentes y escuchamos y observamos atentamente, una enorme fuente de riqueza para nuestras vidas y nuestras almas. Puede ser el alimento vital para nuestra paz y nuestra felicidad.
No es fácil, estaréis pensando. Pues no, nadie ha dicho que lo sea. Pero, me y os pregunto, ¿es imposible?
Yo creo que no.
Foto: Cúpula de la mezquita del Imán en Isfahan (Irán).